La última noche

1.3K 60 7
                                    

Era la última noche que iban a pasar juntas en aquella casa y ambas estaban asustadas al mismo tiempo que emocionadas. Habían conseguido llegar a la final después de todo y contra todo pronóstico. Tommaso, Stefania y ellas dos eran los finalistas. Rosalinda había pensando durante semanas que era imposible para ella llegar hasta ese punto y lo cierto era que le daba igual ganar o no porque había crecido tanto personalmente, había evolucionado y madurado, conocido a personas increíbles que le habían enseñado tanto sobre la vida y sobre el amor, que le parecía que todo eso era mucho más importante y enriquecedor que el premio en metálico.

—¿Dónde está Dayane? —Preguntó en voz alta, como era costumbre y vio a Stefania encogerse de hombros mientras Tommaso señalaba con la cabeza algo detrás de ella.

Al darse la vuelta esperó encontrarla pero no estaba allí. Enfocó la lavatrice y suspiró. ¿Qué hacía allí? Se había pasado todo el día algo distante, pensativa, envuelta en una burbuja que era casi imposible penetrar. En aquellos meses había tenido el tiempo suficiente para comprender que Dayane era una persona que cuando estaba preocupada, triste o dolida, tendía a refugiarse en sí misma, a apartarse de los demás para no hacerle daño a nadie y para no recibir más daño. Era su mecanismo de defensa. Un mecanismo que había desarrollado a lo largo de los años y a raíz de todos los sucesos traumáticos que le había tocado, por desgracia, vivir.

Rosalinda se acercó lentamente. Le había dado su espacio porque había aprendido que si Dayane levantaba un muro a su alrededor, era mejor no intentar derribarlo, aunque ella era la única a quién la brasileña le permitía hacerlo de vez en cuando.

—¿Dayane? —Fue casi un susurro.

Asomó la cabeza dentro de la lavatrice y la vio allí, enterrada bajo las sábanas. No le hacía falta verle la cara para saber que estaba llorando. Y decidió entrar y quedarse en los pies de la cama sin decir nada más. Si Dayane no la quería allí dentro, se lo haría saber de alguna manera, pero si la necesitaba cerca, ella no dudaría en estar a su lado.

Pasaron un par de minutos sin que la brasileña se moviera o hiciera ruido alguno hasta que por fin sacó el brazo de debajo de las sábanas y extendió la mano.

Rosalinda sonrió y no dudó en tumbarse a su lado y ponerse a su altura.

—Abrázame —la escuchó musitar.

La rodeó con un brazo y la acercó a ella todo lo que el amasijo de sábanas revueltas le permitió. Cerró los ojos al apoyar la barbilla sobre su cabeza y le acarició la espalda para intentar tranquilizarla. Así pasaron eternos segundos. Rosalinda pensó en todas las veces que había podido consolar a Dayane y se sintió afortunada porque sabía que ella no dejaba que nadie lo hiciera. Sonrió en silencio recordando todos los momentos que había vivido en aquella casa. Los baños en la piscina, los momentos en la vasca, bajadas de presión arterial incluidas, la noche tan especial de Halloween, donde las cosas cambiaron entre ellas para siempre, las conversaciones que habían tenido por las noches, la paz que sentía cuando la abrazaba, los escalofríos que le recorrían el cuerpo entero cuando notaba su presencia cerca, las veces que se habían quedado en silencio mirándose a los ojos, pero esos silencios decían más que la mayoría de veces que habían intentado ser honestas la una con la otra con respecto a sus sentimientos, las cartas que se habían mandado, las canciones que se habían dedicado, la imagen de sus dedos entrelazadas e incluso la sensación tan placentera que había sentido al notar los labios de la brasileña sobre los suyos. Por supuesto, también le vinieron a la mente momentos no tan agradables... Habían tenido muchas discusiones propiciados por malentendidos y por celos. Celos en una amistad, algo que nunca había vivido antes, hasta que comprendió que era normal no haberlos vivido en cualquier otra relación de amistad que hubiera tenido porque los sentimientos que tenía por Dayane no eran de una simple amistad. Dayane era mucho más. Más de lo que había podido admitir públicamente y apenas equiparable a lo que había sentido por cualquier otra persona en su vida. Ni siquiera por Giuliano había sentido esos sentimientos tan profundos. Sentimientos que no salían solo de su corazón sino también de su alma, porque amaba y quería a Dayane desde el alma. Y no amaba solo el corazón de la brasileña, amaba su alma, la amaba por completo.

Du hast das Ende der veröffentlichten Teile erreicht.

⏰ Letzte Aktualisierung: Jan 13, 2021 ⏰

Füge diese Geschichte zu deiner Bibliothek hinzu, um über neue Kapitel informiert zu werden!

Due teste, un cuore - ROSMELLO ONE SHOTSWo Geschichten leben. Entdecke jetzt