Capítulo 25

11 1 0
                                    


Creo que siempre he visto mi vida a través del lente de una novela romántica, donde sus paginas contienen mis suspiros y sus líneas mis deseos. 

Es quizás esa visión idealista del amor la causa de mi soledad, sin notarlo he sido tan exigente y áspera que rápidamente espanto todo lo que toco. 

Ha pasado tanto tiempo, toda una vida en realidad, desde que yo misma soy mi única compañía. Incluso siento como si en cualquier momento pudiera estallar en una fiesta de mil confetis. Ridículo, lo sé. 

Sin embargo, lo más sorprendente es que, sintiéndome de esta manera y urgiendome un poco de amor, soy incapaz de ceder. Es como si tácitamente, poco a poco, una fortaleza de hielo se haya erigido a mi alrededor dispuesta a bombardear a cualquiera que si quiera piense en cortejarme.

 No lo había notado, pensaba que simplemente los chicos eran lo suficientemente holgazanes como para desistir rápidamente (en cierta parte no es del todo falso, cabe resaltar), pero recientemente me di cuenta que mi actitud no es muy alentadora, en lo absoluto. Porque si bien por dentro estoy pensando en lo dulce que me parece el muchacho, por fuera mi capa de reina de hielo no se inmuta, es indiferencia pura... con razón todos los muchachos escapan cuanto antes intentando salvar su magullado orgullo.

Quien lo diría, yo misma soy la peor enemiga de mi vida amorosa.

Aunque no puedo negar que esta coraza me ha salvado muchas veces en el pasado de un sin número de barrancos monumentales, gracias por eso. Sin embargo, creo que es momento de ablandar esos muros y quitar una capa de la armadura 

¡Pero tan solo una! porque aunque admita mi ligero error sigo siendo una romántica empedernida a quien le cuesta un mundo confiar en los hombres y que espera que a quien le importe lo suficiente luche por mí más allá de mis inseguridades. Porque si ese chico dulce está dispuesto a no rendirse, yo también estoy dispuesta a ceder... eventualmente.





RemindWhere stories live. Discover now