◖diciassette◗    

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Nota: Las frases con un asterisco (*), serán traducidas al final del capítulo.

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- Ay, vamos. No es tan malo - su intento por animarme resultó todo lo contrario.

- ¿Tan? - dije, repitiendo la palabra con sarcasmo - No, no, no, ni loco me subo a eso - me di la vuelta, para intentar escapar.

Pero él me detuvo tomándome por ambos brazos, de frente.

- Pues llámame loco, porque yo sí me subiré. Es sólo una montaña rusa, Taehyung.

- Una montaña rusa del tamaño del Everest - traté de desasirme de sus manos.

- No seas exagerado - rió y me tomó con más fuerza para encaminarme hasta el tenebroso juego.

Lo cierto es que le tenía un pavor enorme a las atracciones mecánicas, la adrenalina no era lo que más me caracterizaba y jamás en mis veintidós años había montado uno. Esta vez no tenía que ser la excepción, pero Seokjin insistía y así era más difícil hacerle caso a mi razón.

No sé cómo me hizo llegar hasta la fila que esperaba ansiosa por subir y me percaté de ello hasta que los estrepitosos gritos de las personas a bordo me llegaban desde lo alto.

- Estás loco si piensas que me voy a subir a eso - farfullé, intentando huir por tercera vez.

- Ya te dije que sí estoy y te subirás conmigo - no sabía por qué la última palabra me había gustado demasiado, pero antes de que lograra salir de entre la gente que hacía fila, Seokjin me agarró de la muñeca, me atrajo hacía él y me abrazo fuertemente, haciendo añicos mi fuerza de voluntad y por supuesto, imposible mi escape.

Me quedé quieto y me le quedé mirando, a esa distancia tan pequeña, su belleza era inconcebible.

- Por favor, súbete conmigo - pidió, con la voz más aterciopelada y dulce que jamás haya oído - No voy a dejarte ir hasta que me digas que sí.

De pronto, olvidé cómo hablar y sólo asentí. Me percaté del latido tan estrepitoso de mi corazón que golpeaba contra mi pecho y también contra el suyo, que estaba pegado al mío, entonces el rubor corrió por mis mejillas ya que él no me soltaba, aunque ya había aceptado.

- Genial - me sonrió - Gracias.

¡Jihye, Jihye, Jihye, Jihye! La voz en mi cabeza gritaba aturdida. No debía olvidarme de Jihye. Me obligué a sacar voz de mi garganta.

- Ya te dije que sí, ya suéltame - musité, ruborizado.

- No, si te suelto tal vez intentarías escapar de nuevo; así que hasta que no estemos arriba, difícilmente te creeré - me apretujó más a su cuerpo, casi no podía respirar, pero tampoco quería hacerlo si eso significaba dejar mi bella prisión.

Me sonrió antes de mirar de nuevo el temible juego y estando allí en sus brazos, su delicioso perfume llegaba con intensidad hasta mis fosas nasales, inundando todo el aire a mí alrededor y produciéndome un confort en el estómago, transportándome a un mágico paraíso.

- ¡Genial! Seguimos nosotros - me dijo, mientras me hacía avanzar detrás de las personas que emocionadas montaban los asientos para dos de la montaña rusa.

El estómago se me revolvió.

- Seokjin… - la voz me tembló, insegura.

- Tranquilo, si quieres yo te protejo - me sonrió y sus brazos se tensaron a mi cuerpo.

Me hizo sentar en el cuarto asiento de adelante y él se sentó a mi lado. Luego sus brazos se volvieron a enrollar en mi cuerpo, ya que me había soltado unos segundos para poder acomodarse en el asiento continuo.

𝓜𝓪𝓷𝓾𝓪𝓵𝓮 𝓭𝓮𝓵 𝓟𝓻𝓸𝓲𝓫𝓲𝓽𝓸 ◇ 𝕁𝕚𝕟𝕋𝕒𝕖 ◆ ᎯᎠᎯᏢᎿᎯᏨᎨÓᏁDove le storie prendono vita. Scoprilo ora