Encuentros indeseables

48 3 1
                                    

Desperté en medio de la noche, asustado por mi propia mente.
Estaba sudando como nunca antes y, incluso sacándome la remera, no podía evitar sentirme asfixiado, como si algo oprimiera mi pecho.
Respiré profundamente una y otra vez, intentando sacarme el pánico de mi corazón y mente.
No hubo caso.
Me desplomé sobre el duro colchón, irritado. Hacía más de una semana que no podía reconciliar el sueño por más de unas pocas horas; era fastidioso.
Afuera hacia frío pero, de todas formas, el sudor que perlaba mi frente parecía agua caliente.
"¿Es que acaso me he convertido en un poeta? Con las rimas y toda esa chorreada."
Sonreí para mis adentros, convencido de que la ironía y la burla siempre iban a ser mi fuerte.
"Los poetas son personas que tienen mucho rencor y sentimientos retenidos. ¿Quién dice que no puedo serlo? Al fin y al cabo, tengo ese toque de melancolía y frustración que tanto atrae a la impiedad."
Por un momento medité en lo que acababa de pensar. Era una idiotez de lo más razonable, tenía que admitir.
"¿Quieres que te aplaudan, Edmund? Con gusto lo harían. Pero aplaudirían con sus botas sobre tu cabeza."
Amo el humor negro.
Permanecí en esa misma posición por un largo rato, intentando que la presión sobre mi pecho disminuyera.
Al cabo de unos minutos pude sobreponerme al shock.
"Edmund! ¿Sabes quién envió a André por ti? Lo sabes, no es así?"
Guardé silencio, y luego contesté en voz alta:
-Sospecho QUIÉN pudo haber sido, pero no el POR QUÉ. Y es justamente eso por lo que corro peligro. No tengo ventaja alguna.
Asentí, como si el que hubiera pronunciado esas palabras hubiera sido otra persona. Algún viejo amigo del que guardaba anhelos y sueños.
Suspiré, indignado. Lo único que quería era dormir por más de 4 horas. Solo eso. No quería reunirme con unos malditos ángeles, los cuales me podrían acusar falsamente sobre alguna que otra cosa estúpida, además de refregarme en el rostro que era basura celestial, un bueno para nada, y una mierda que a todos les gustaría ver morir. Nada nuevo, pero aún así fastidioso.
Me encogí de hombros, para luego sentir una punzada de dolor en mi cabeza.
"Supongo que los tipos del bar no eran para nada unos débiles. Lograron asestarme unos buenos golpes... Aunque no tan fuertes como los que yo les di. Por supuesto que, cuando se miren al espejo, me recordarán. Fascinante."
Decidí no darle más vueltas al asunto, por lo que terminé incorporándome y yendo directo a la cocina.
~~
Será que todo lo que viví alguna vez era un solipsismo? Algo creado por mi propia mente... O inconsciencia.
La única certeza que tenía (que yo creía, realmente) era el hecho de que yo existía.
O quizás ni siquiera eso.
¿Cómo se podía estar completamente seguro de la existencia de uno mismo?
Supuse que no era posible.
Quizás nunca existí, realmente.
Quizás... Solo quizás, podría ser casi posible el hecho de que hubiera caído en un gran sueño. Un sueño en el que costaba levantarse.
Recuerdo haber sido parte de una legión de ángeles, al igual que recuerdo cuando me expulsaron de ese mismo lugar.
También recuerdo el hecho de haber caído sobre un suelo arenoso y haber SENTIDO por vez primera... La soledad.
Muchos de los Ángeles cayeron ese día pero, sabía con una certeza que me asustaba, que cada uno de ellos sentía remordimientos, angustia por el futuro e incertidumbre por el paradero en el que se encontraban y en el que se irían a encontrar más adelante.
Vagamos por horas... Nuestras alas nos habían sido arrebatadas, al igual que nuestra dignidad.
Muchos decidieron tomar caminos diferentes individualmente, casi como un castigo a sí mismos.
No todos sobrevivieron.
Yo tomé un camino por separado, pero no me importó en lo absoluto. Sabía que tenía que demostrarle a todos que yo podía hacerlo.
Era un reto.
"¿Será que, muy dentro de mí, quería castigarme por haber sido tan estúpido? Tan... Inocente? Incrédulo?"
Me sorprendí a mi mismo de responder en voz alta un "Idiota".
Quizás tenía razón.
Quizás era un idiota, después de todo.
O quizás solo quería probar exactamente lo contrario.
~~
En ese momento me olvidé de quién era.
Sencillamente... Edmund desapareció. No sabía cuánto le faltaría para volver.
Tampoco es que haya necesitado mucha fuerza de voluntad; con unos cuantos tragos todo era posible.
Recuerdo haber sido consciente de perseguir a una mujer. Aparentaba unos 30 años... Quizás menos. El punto es que acababa de levantarme cuando vi su cuerpo, a mi lado, sobre la cama de un motel.
Estaba muerta.
Detesto admitirlo, pero no me asombré en lo absoluto.
A veces pasaba...
Solía tener lagunas mentales. Era extraño, pero simplemente el tiempo parecía adelantarse desproporcionadamente a mis ojos, sin que yo pudiera reaccionar en el tiempo preciso.
El momento en el que mi mente se descontrolaba, desatada por unos segundos, era imposible tomarle las riendas. Mi naturaleza, que negaba muy seguido, nacía de las cenizas y brotaba como nunca antes, de forma violenta y... Terminaba con alguien muerto.
Moví el cadáver de la atractiva mujer de un codazo.
¿Cómo la maté? Pues, al parecer, apuñalándola.
Varias veces.
Asentí, casi cansado de la misma rutina.
Me incorporé lentamente.
"¿En donde quieres botar el cuerpo? Supongo que querrás enterrarla en el parque. O tirarla en algún río de la cercanía."
Negué rápidamente.
"Eso seria una insensatez, idiota. ¿Qué tal si la dejamos en la bañera? Estilo Norman Bates."
Sonreí, divertido.
"Norman Bates, eh? Asombroso, Ed."
Me apuré a mover a la mujer, consciente de que debía apurarme antes de que los rayos del sol salieran; La arrastré hasta el baño y abrí la canilla del agua fría. Luego deposité el cuerpo dentro.
Casi me olvidaba... La mujer estaba desnuda, y yo en ropa interior.
"Ya saben la historia. Un encuentro sexual con una chica que conocí en un bar. No sigan mis pasos... Van a terminar escondiendo cadáveres en un motel asqueroso."
"Asombroso, Edmund. Eres toda una figura a seguir."
Sonreí. Las conversaciones internas son realmente entretenidas!
~~
Recibí un llamado desde el teléfono del motel. Era André.
-Edmund. Hablé con "La Inquisidora"... No estaba muy satisfecha con tu respuesta. Dice que te va a ir a buscar ella misma.
-¿Cómo demonios conseguiste mi número? Realmente eres fastidioso, André. Además... ¡Que me busque! No sé quién demonios se piensa que es. Sencillamente... ¡Que se compre una maldita vida, joder!
El hombre se mantuvo serio.
-No deberías hablar de Ella de ese modo, Edmund. La conoces muy bien, incluso más que yo, así que deberías conocer tus propios límites.
Opté por una respuesta de los más sencilla:
-Que la jodan.
Y colgué.
Supuse que a André no le importaría en lo absoluto lo que la Inquisidora tenía planeado hacer conmigo. Aunque me matase, torturase o desmembrase... A él le daría igual.
Tampoco es que lo culpaba. Si hubiera sido él... Haría exactamente lo mismo, sin lugar a dudas.
Sonreí, casi inconscientemente.
"Hace mucho que no veo a La Inquisidora. ¿Seguirá siendo igual de fría que siempre? ¿Ha cambiado su técnica para asesinar? ¿Se ha vuelto más ágil? ¿Se ha vuelto más débil?"
Negué con la cabeza al instante.
"Ella estará por llegar. Mejor preparar unos cuantos tragos... No vaya a ser cosa que la atrape enojada. Yo perdería la cabeza."
Ahogué una carcajada.
"Qué chistoso, Ed. ¿Por qué no le haces esa misma broma a La Inquisidora? Seguro se lo toma enserio y terminas decapitado. ¡Edmund perderá la cabeza!"
Decidí, luego de estar unos cuantos minutos pensando, en preparar un trago para mi. Pero...
"¿Qué hay de tu amiga la muerta? Está en la ducha. Si tu verdugo llegará en este mismo instante... ¿Qué le dirías?"
Y, casi sin pensarlo, respondí en voz alta:
-Te presento a la perra que me encontré. Tranquila, no muerde. Está domesticada. O mas bien muerta.
Reí por unos cuantos segundos.
Me apuré a vestirme; me afeité la barba de unos días y me cepillé los dientes.
"Nada mal, Edmund. ¿Por qué no hacemos esto más seguido?"
Tendí la cama de piedra lo más rápido que pude y escondí la ropa sucia en el baño... Al lado del cadáver.
"¿Ahora?"
Unos golpes se oyeron en la puerta.
"Mi invitada de honor. Menuda porquería."
Abrí la puerta, casi sin dudarlo, y...

>>Dedicado a Sabrinitas ;) Edmund te saluda!<<

Edmund... Y sus demonios internosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora