SEGUNDA PARTE

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Buenos días, tardes o noches a mis queridos Trixi-readers.
Como dice el viejo y conocido refrán: "Más vale tarde que nunca" y por eso les traigo la segunda parte de este pequeño fanfic, como irán viendo los escenarios son diferentes y es que vamos a seguir al protagonista malhechor en su recorrido fuera del santuario.
Los personajes de Saint seiya no me pertenecen, escribo esta historia ficticia solo con el fin de entretener.
Espero lo disfruten.

SEGUNDA PARTE

Al llegar a India Shaka buscó el templo budista de su temprana infancia, fue recibido con parsimonia por los viejos monjes quienes le ofrecieron una pequeña habitación o celda donde tenía lo esencial para descansar, desde entonces había vivido con frugalidad y se dedicó intensamente a la meditación y a estudiar acerca del conocimiento y verdad del universo, sin embargo, aun después de adquirir todo ese saber, después de estudiar y meditar en lo que se consideran los misterios y verdades de la existencia, algo le hacía sentirse incompleto, dedujo que se trataba la necesidad de la cercanía emocional con otros seres humanos, esa sensación permanente de ausencia le provocaba frio y al mismo tiempo un ardor que le quemaba por dentro - supongo que así se siente la quemadura por hielo - pensaba cuando la sensación le hacía volver la conciencia hacia el mundo terrenal.

Se propuso a dejar que el tiempo le ayudara a olvidar su vida pasada, quería comprobar que su espíritu podía acostumbrarse a la ausencia y desprenderse del apego a los demás y a las necesidad de dar rienda suelta a sus emociones mundanas, pero para su decepción no progresaba, inútilmente había bloqueado conscientemente el flujo del cosmos a su mente en un vano afán de separase de raíz del santuario y sus compañeros.

Poco más de nueve meses pasaron desde que Shaka decidió dejar Grecia y todo lo que él consideraba un obstáculo en su búsqueda de trascender espiritualmente, atrás quedaron sus obligaciones como santo, su armadura, el único amor de su vida... o eso trataba de convencerse a sí mismo. Viendo desde su punto de vista no podría avanzar hacia la Iluminación si seguía en medio de las guerras, no podría trascender y romper el ciclo de reencarnación si seguía derramando sangre, no podría desprenderse de su humanidad si seguía amando a un hombre.

Estaba lleno de dudas, insatisfacción y frustración, nunca antes algo le había costado tanto esfuerzo conseguir algo, él se consideraba así mismo un superdotado, desde que tuvo conciencia y memoria recordaba que tenía habilidad innata para la meditación profunda, había aprendido a manejar el cosmos a los cinco años, por tanto le perturbaba que ahora no conseguía mantener la concentración y menos aún podía olvidar; cada noche cuando se acostaba recordaba su última noche de amor, al despertar le parecía que estaba en su templo o en el de Aries, hasta podía sentir un olor similar a lavanda, como el que su vanidoso Mu remojaba en el agua que utilizaba para asearse, recordaba con exquisito detalle las veces que solo inspirando ese aroma del cuello de su novio parecía contagiarse de su tranquilidad y parsimonia, se castigaba mentalmente por albergar esas memorias.

- Necesito un descanso, hasta el espíritu necesita de un respiro - pensó dándose momentáneamente por vencido, se dispuso a salir del monasterio sin saber exactamente a donde ir, recordó que ocasionalmente se le cruzaba un pensamiento, si iba a dejar todo atrás solo le faltaba desprenderse de uno de los hilos que lo ataba a la tierra, un hilo que siempre había ignorado pero lo sentía ahí presente en su vida, clavado a su pecho y a su carne, quería ver y despedirse de aquella familia con quienes había roto lazos hace ya tantos años, no estaba seguro si era necesario, no recordaba nada de ellos y dudaba que siquiera lo recordaran pero no perdía nada.

Viajó por dos días hasta llegar a la pequeña ciudad donde nació, buscó la dirección desde la que recordaba apenas que había recibido correspondencia, misma que nunca respondió siendo un niño y ya santo de oro, decidido a romper todo lazo que lo uniera a lo que consideraba mundano y como resultado su familia había dejado de escribirle hace ya varios años.

LUEGO DEL PECADO VENDRÁ EL DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora