Capítulo 12. DULCES SUEÑOS

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Por la cara con que la miraban las dos, y viendo sostener a Luisita la guitarra en el aire, María se estaba imaginando lo que quería decirle su hermana, aunque no se lo podía creer. La actitud que había tenido hacia el tema solo un par de semanas antes no hacía prever que eso pudiera pasar.

—¿Vamos al despacho? —sugirió Luisita.

María asintió nerviosa.

—Nacho, cariño —llamó a su marido. —Quédate un momento en la barra, hasta que llegue Gonzalo, mientras yo voy a hablar con las chicas.

Él hizo caso a su mujer y ellas se fueron juntas. María no podía ocultar la emoción que sentía de pensar que su hermana fuera a decirle lo que ella quería escuchar. Las tres entraron, y Luisita se dirigió hacia el colgador vacío colocando la guitarra con mimo. Amelia se sentó en el chester y María estaba de pie, esperando que su hermana dijera algo.

—¡Caramba, Luisi! ¿Me vas a decir qué pasa?

Amelia reía ante la impaciencia de la dueña y María se dio cuenta.

—Tú encima no te rías. —Amelia hizo un gesto de sellar los labios con la mano.

Luisita la miraba divertida.

—A ver María...— Hizo una pausa que a su hermana le pareció un mundo.

—¡¿Qué!?

—Chica, tranquila. —Hizo un gesto con las manos pidiéndole calma—. Amelia y yo queríamos preguntarte si... ¿Podemos tocar juntas en el King's?

María, al escuchar aquello, abrió los ojos exageradamente y estrechó a su hermana entre los brazos. Las Gómez se fundieron en un abrazo que significaba muchas cosas. La mayor no pudo contener la emoción y empezó a llorar.

—Meri —sollozó Luisita, que también se había emocionado.

María, que veía cómo Amelia las miraba, le hizo un gesto para que se uniera a ellas y las tres se fundieron en un abrazo.

—Bueno... Ya —interrumpió el momento la dueña. —Creo que no es necesario que conteste a eso, Luisi —dijo mientras se secaba las lágrimas. —¿Cuándo queréis empezar?

—¿El sábado? —dijeron las dos a la vez y María las miró con ternura.

—¿Viene hoy Miguel? —preguntó Luisita.

—Hoy no trabaja, pero... Sí, viene. —María miró picara a su hermana.

—¿Se han liado ya? —Luisita abrió lo ojos.

—¡Sí! — contestó su hermana con una sonrisa de oreja a oreja.

—Menos mal —murmuró aliviada. —Voy a ver si está, que tengo que hablar con él.

—¿Para qué? —preguntó la dueña.

—Tiene que hacernos los arreglos de sonido —dijo mientras salía del despacho, dejando allí a Amelia y a su hermana.

—¿Qué pasa con Miguel? —Amelia no había entendido a qué se referían las hermanas.

—Se ha liado con Gonzalo —dijo María susurrando, como si alguien pudiera escucharlas.

—¡¿Qué?! –exclamó la de rizos incrédula.

—¿No te habías dado cuenta?

—Para nada —negaba Amelia. —Hay que ver María, tienes toda la plantilla LGTB+ friendly.

—Amelia, ¿tú...? —Era su oportunidad de salir de dudas.

—Yo... ¿qué? —Amelia levantó las cejas divertida. La mayor de las Gómez la miraba curiosa—. Sí, María —afirmó.

Sólo si es contigoWhere stories live. Discover now