Capítulo 17

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Los dos pokemon cayeron al agua, uno abrazado al otro. Kyogre sintió el agua fría envolviéndolo y esto por un momento sirvió para hacerlo reaccionar. Vio que estaba fuera de su prisión de regreso en sus amadas aguas, pero no por esto su semblante cambió. Bajó la mirada y vio a Groudon cayendo cabeza abajo junto con él, sosteniendo su cuerpo sin fuerzas y con los ojos cerrados, deseando que aquello se acabara pronto. Su peor pesadilla se hacía realidad y él estaba demasiado agotado como para intentar enfrentarla.

Nunca había sentido tanto frío. Sentía más frío que temor. Groudon no intentó nada estando allí abajo pues sabía que no podía hacer nada para intentar salvarse. La profundidad lo arrastraría y se lo tragaría. Nunca había sentido miedo de morir, pero no era esa la forma en que hubiera querido dejar ese mundo. Su visión se volvió borrosa y el dolor en su pecho por el agua que le ahogaba era insoportable. Le hubiera gustado hacer un inventario de su vida, pero su mente estaba obnubilada. Lo último que recordó fue haberse hecho una pregunta que intentó hacerle llegar al pokemon entre sus brazos antes de desvanecerse:

¿Yo era ese del que te enamoraste?

Kyogre le observó y le comparó al pokemon que ahora tenía en sus recuerdos: ciertamente eran iguales...pero eran muy diferentes a la vez. Sintió su cuerpo arrastrado por el peso de Groudon mientras en su mente se revolvían muchas cosas a la vez. Desconocía si Groudon alguna vez le habría mentido respecto del pasado de ambos. Si es que él recordaba algo de lo ocurrido y no había querido decírselo por cualquier razón. Tal vez había sentido curiosidad de su enemigo y había intentado averiguar cómo era en lugar de intentar destruirse el uno al otro. Pero Kyogre sabía que esto era inútil: el odio natural que ambos se tuvieron alguna vez anidaba dentro de sus corazones y emergería tarde o temprano. Esto acentuó el dolor dentro de sí.

Vio como el pokemon rojo se soltaba lentamente de él al comenzar a perder la consciencia. Empezó a hundirse rápidamente por su gran peso y a desaparecer abajo, en la profunda y fría oscuridad. Kyogre le miró un momento y vio emerger las últimas burbujas que contenían lo que le quedaba de vida a Groudon. Se preguntó si debía dejar que las cosas fueran así: si uno de ellos no estaba, entonces el mundo jamás se vería amenazado y no tendría que pagar por la furia de ambos al descubrirse en realidad quienes eran.

Levantó la mirada hacia la profundidad sin alcanzar a verlo, sintiendo algo amargo invadirle al tiempo que sus recuerdos oscuros se mezclaban con los contados y deliciosos momentos que había pasado al lado de esa criatura. Tan breves...tan cargados de felicidad y tristeza a la vez. Había añorado poder crear muchos más momentos dulces y pacíficos al lado de ese ser de poder y verdad, pero con lo que ahora sabía, intuía que dichos momentos jamás llegarían. Lo que habían pasado solo había sido alguna clase de ilusión, una hermosa, dulce y dolorosa a la vez.

Como fuere, Kyogre lo amaba. Soltó un gemido cuando su corazón se lo recordó y se impulsó rápidamente, como si su vida dependiera de la de Groudon.

Arriba, Suicune observaba confundido la superficie agitada del mar. Había pasado demasiado tiempo y ninguno de los dos pokemon emergía. ¿Qué estaba sucediendo? Retrocedió al ver la enorme masa de agua emerger y salpicarle. Al mirar, Groudon estaba desmayado sobre la espalda de Kyogre. Si estaba vivo o no, Suicune no lo sabía, pero abrigaba la esperanza de que una criatura legendaria tan poderosa pudiera sobrevivir.

Kyogre le observó y en silencio le agradeció. El pokemon más joven le sonrió y agachó solemnemente la cabeza, en señal de respeto hacia un ser superior a él. Ambos se volvieron y se alejaron en direcciones opuestas, sin percatarse de los soldados que en yates, observaban desde lejos el hundimiento de todos sus sueños y logros.

Canción de las olas (KyogrexGroudon)Where stories live. Discover now