Cuatro

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Hace dos días

— Hola, estoy aquí para ver al doctor Kim JongDae —  dijo Felix. La chica de recepción lo estudió por unos segundos antes de entregarle unos papeles y bolígrafo.

— No olvides poner tu firma cuando termines— dijo la chica, como si tratara de averiguar que tipo de "loco" era el rubio.

Felix llenó cada espacio en blanco con sus datos personales, de trabajo y más tan bien como pudo. Evito marcar los cuadritos que especificaban si presentaba algún tipo de señal que indicara depresión, insomnio u otras enfermedades que fueran una razón valida para estar en aquel lugar. En respuesta, llevó las mangas de la sudadera puesta hasta cubrir sus manos. Cuando terminó de llenar el papeleo, el pecoso entrego el formulario y fue hacia los sillones de cuero negro que estaban en la sala de espera.

De su bolsillo sacó un paquete de dulces de chocolate con diferentes sabores en el interior, de ellos solo comía los rellenos de fresa y dulce de leche, dejando a un lado los que eran de naranja y vainilla. Miró a los lados antes de tirarlos a la basura, esperando a que nadie le viera y pensase que era un tipo "raro".

Justo cuando iba por su tercer paquete, la recepcionista le llamó.

— Señor Lee, olvidó colocar la razón de su visita — señaló la mujer.

"No lo olvide".

— Oh, claro— Félix se incorporó y volvió a tomar la pluma, marcando la cajita que decía "problemas de sueño", lo cual no era totalmente mentira.

La verdad era que Félix no confiaba en nadie y absolutamente nadie sabía acerca de sus problemas. Jeno sospechaba, sobre todo cuando el clima era lo suficientemente caliente como para que una persona se viera en la necesidad de usar una sudadera negra y de manga larga; aún así, él ni siquiera estaría cerca de conocer los pensamientos suicidas que pasaban por la mente del rubio. Si lo hiciera, probablemente Felix ya estaría en un manicomio.

Por ejemplo, el pecoso no sabía a ciencia cierta si Jeno sería capaz de ver lo detalladas que eran las situaciones que se imaginaba Felix, donde la sangre y su posible muerte tomaban lugar. Bonitos pensamientos que un chico de veinticuatro años tendría.

La única razón de su visita al consultorio se debía a que le prometió a Jeno "ver a alguien". Terapia sería el concepto clave para describir lo que estaba a punto de hacer. Después de lo sucedido la noche anterior en casa de los padres de Jeno, y una situación similar hace una semanas, donde tuvo una discusión con algunos de los amigos del antes mencionado, fue que el azabache le dio un ultimátum.

— O vez a alguien o terminamos, tu decides. —

— ¡Bien! Iré a ver a alguien mañana— gritó Felix arrastrando las palabras, aún estaba borracho y enojado; sus manos sostenían una taza de café amargo para bajar el alcohol de su sistema. — Pero aún así tus padres apestan, se supone que deben de apoyarte y estar orgullosos de ti. Ahí no estaba equivocado—

— Felix, cuando maduras aprendes muchas cosas, tales como el tacto y la clase. Pero puedo asegurar que tú ni siquiera tienes alguna de ellas, y no puedo entender el porque.—

El rubio respiró hondo, tratando de alejar aquellos sentimientos para nada agradables. Le hacían sentir débil.

— Siento... siento que ya no soy feliz. Es yo... yo siento un vacío aquí...— señaló su pecho, — todo el tiempo y cada día se hace más grande y... Y ya no aguanto. — Felix sintió alivio por unos segundos. Decir la verdad y nada más que la verdad, hacía que de sus hombros desapareciera una carga enorme.

Afterglow {ChanLix} - 1Where stories live. Discover now