Capítulo 3

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Harry había estado esperando a Eleanor durante cinco minutos. No era tanto, pero ya comenzaba a hartarse de la impuntualidad de la mujer. Había llegado a esa cafetería donde lo había citado para la entrevista, y ya estaba bebiendo su típico café negro sin azúcar, esperando por ella, mientras veía a la gente pasar a través de los ventanales del lugar.

A los diez minutos después, cuando ya había terminado de beber su café y estaba a punto de renunciar a todo, vio a una chica cruzar el umbral de la puerta. A simple vista se veía apresurada y algo presionada, llevaba varias carpetas y libros en sus brazos, y parecía que no se hubiera peinado al despertar, aunque ya fueran las seis y un poco más de la tarde.

Ella era alta y delgada, y su cabello era castaño. Desde lejos se podía ver que sabía combinar las prendas de vestir, y se maquillaba casual. Harry pensó que fue estúpido no haberle pedido alguna característica u algo para poder reconocerse una vez que estuvieran ambos en el café. No sabía si era ella Eleanor, pero no perdería nada cono intentar.

Se levantó de su silla y se acercó a la atareada castaña, que estaba dejando sus libros en manos de un chico, quizás un amigo u empleado de la cafetería.

— ¿Eres Eleanor Calder?

La mencionada se volteó al oír su nombre siendo pronunciado por una voz grave y varonil, y al ver al hombre de pie allí, una sensación rara le llenó el cuerpo, de repente sintiendo escalofríos ante la presencia del chico allí. Sonrió sospechosamente.

— ¿Edward Cox? — Harry asintió y ella prosiguió.— Eleanor Calder, un gusto conocerte.— ambos estrecharon sus manos.— Ven, sentémonos para empezar rápido la entrevista.

Ambos tomaron asiento en la mesa que anteriormente estaba usando el ojiverde, y Eleanor pidió un cappuccino al mismo chico que había guardado sus libros antes.

— Realmente pido disculpas por el atraso, la Universidad me trae loca, ni siquiera pude cepillarme el cabello hoy, y no dormí bien. Lo siento.

— No hay problema.

Eleanor asintió, agradecida de la comprensión de Edward, y sacó una libreta de su bolso, para luego dejar éste colgado en la silla a sus espaldas.

— Bien, empecemos. ¿Por qué quieres trabajar en el restaurante?

Harry pensó la respuesta un momento, pero la pregunta no era tan difícil.

— Vengo recién llegando al pueblo y necesito el dinero.

Eleanor anotaba sus respuestas en su pequeña libreta rosa.

— Mmm ok. Y ¿De dónde vienes? — preguntaba con tono formal.

— Manchester. — contestó simple.

Eleanor abrió sus ojos extremadamente, claramente sorprendida.

— Wow ¡De Manchester! Yo también soy de allá, y no puedo entender porque te decidiste por este pueblo en primer lugar.

Harry comenzaba a detestar que todos se sorprendieran por su aparente falta de criterio por haberse mudado a ese pueblo chico desde una ciudad tan "genial" como lo era Manchester.

— Dímelo tú. ¿Por qué estás aquí? — respondió, seco.

— Touché. — concedió Eleanor. — Supongo que vas a la Universidad ¿no? — Harry asintió. — ¿Qué carrera?

— Artes visuales.

— ¡Que coincidencia! Tengo un amigo que trabaja en el restaurante y estudia la misma carrera.

Harry fingió interés en el asunto, y Eleanor ni siquiera notó la mala calidad de su actuación.

— ¿Experiencia? — preguntó una vez que llegó su cappuccino y comenzó a beberlo.

Vendetta - Larry StylinsonWhere stories live. Discover now