𝑈𝑛𝑜

584 42 0
                                    

Kou llevaba días viendo al bonito chico de ojos ámbar llevar una roca en su pantalón escolar, cada vez que sus ojos se veían afligidos y a punto de romper en llanto, él la tomaba y daba un suspiro para hacer una sonrisa quitándose las gotas saladas que ya habían caído por su rostro.

No era algo que le agradara, había estado insistiendo en que le contara sus problemas y él lo ayudaría con mucho gusto, pero al final el resultado sería el mismo, él se desviaría del tema y empezaría una pelea tonta en la que terminaría cayendo.

Amane era alguien astuto, manipulador y egoísta con sus sentimientos, nunca se quitaría la máscara que tiene y moriría solamente por orgullo. A kou le molestaba, y mucho, le molestaba tanto que tenía ganas de golpearlo.

—Veo lo que haces, Amane.— le dijo de regreso a casa, ambos se habían ido juntos dejando a Nene y Aoi atrás  y ahora estaban frente a una tienda de gomitas.

—¿A que te refieres, niño?.— soltó gracioso por la ocurrencia de su rubio amigo.

Te veo cuando te caes y estás deprimido.— se acercó y le quitó un cabello de su hombro.— Cuando eres un desastre ¿No quieres decírmelo?

—Mira, la fila está avanzando.— los dos se movieron y el azabache le pasó el audífono izquierdo para que escucharan algo de música en esa estrecha tienda.

Minamoto soltó un suspiro y siguió escuchando la melodía de piano tan triste que sintió un dolor en el pecho.

Al salir de la tienda les recibió el aire helado causándole una risa al de menor estatura.

—Me gusta el viento helado, me hace cosquillas.— subió la bufanda roja tejida por su acompañante, un obsequio de cumpleaños.— ¿A ti no?

—No me gusta, siento que me ahogo.— alzó sus hombros y le robó una gomita de dulce.

El pantalón de Amane comenzó a sonar y lo sacó rápidamente para atender su llamada. El rubio se alejó un poco al ver que el chico estaba comenzando a fruncir el ceño y el labio le estaba temblando, tomó otro gusanito y se aferró al anillo de plata colgado en su cuello que Amane le había dado un día cualquiera, diciéndole que se le veía muy bien y era símbolo de su amistad.

¿Quién soy?.— su vista había sido bloqueada y la juguetona voz le invitaba a seguirle el juego.

—Un fantasma muy feo.— rió al imaginar la cara horrorizada que debía tener, se quitó las manos y vió una mueca muy tierna.— ¿Te enojaste?

—Yo no soy feo.— mordió su brazo sonriendo por su pequeña venganza.— Me tengo que ir, mamá llamó y quiere que llegue rápido. Ya sabes como es.

Se despidieron y las miradas que se dedicaban reflejaban el deseo de querer permanecer así por un rato más.

Te veo cuando quieres llorar
Cuando eres tímido
Cuando quieres morir

Te veo cuando quieres llorar Cuando eres tímidoCuando quieres morir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐼 𝑠𝑒𝑒 𝑦𝑜𝑢 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora