Capítulo I - Narnia

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Bienvenidos a la nueva historia, como habrán leido será un fic Casmund, Caspian x Edmund, espero les guste.

Todo lo aquí relatado está hecho en base únicamente a las películas de la saga de Las Crónicas de Narnia, los personajes no me pertenecen son de C. S. Lewis. Me he tomado la libertad de alterar las personalidades de los protagonistas.

Dedicado a MickyMartinez0001

Será una historia corta.

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POV narrador 

Los hermanos Pevensie dejaron la casa del profesor y el armario que los llevó a su fantástica aventura en Narnia una vez acabó la guerra, estaban felices de ver a sus padres, claro, ¿cómo no estarlo? Pero también estaban tristes, de regreso a su juventud, solos, cargados de recuerdos y mucha nostalgia, extrañarían Narnia más de lo que alguien podría esperar, sus amigos… sus compañeros… sus vidas… sus responsabilidades… sus pueblos… sus habitantes… su reino… sus tierras… las aventuras… todo… 

El regresó a su hogar fue de lejos mucho menos esperanzador de lo que esperaban al ir hacia el campo, todos sumidos en sus pensamientos, cada uno pensando en lo que más le pesó dejar, Peter: el reino, los habitantes, la libertad de salir y pasear o cabalgar, el aire de los bosques, las vistas de Cair Paravel; Susan: sus compañeros de trabajo, sus asesores que eran una segunda familia, las bibliotecas que tanto esfuerzo le llevó crear, los niños que estaba enseñando a leer, sus paseos al atardecer por la playa; Edmund: sus amigos, sus súbditos, la atmósfera pacífica de Narnia, sus paseos por los pueblos, sus charlas de horas con las ninfas y sirenas; Lucy: todos sus amigos, sus damas de compañía, el señor Tomnus, los castores, los lobos, el amanecer en Cair Paravel. 

Al llegar a la ciudad estaban felices de ver a su madre tras 20 años lejos, en Narnia, dejaron su tristeza un momento mientras saludaban a su llorosa madre, luego fueron a su casa, aunque todos compartían un pensamiento al respecto: Narnia es mi hogar ahora. Su madre si bien notó que estaban algo desanimados, lo atribuyó a la actual situación tras la guerra, cuando su esposo regresó todos estuvieron radiantes, después, por la noche, antes de separarse a dormir, ambos adultos vieron a sus hijos mirarse unos a otros, asintieron a algo que no comprendían y su expresión se volvió sería. 

- ¿Esperaremos? - preguntó Edmund. 

- Esperaremos. - contestaron sus hermanos al unísono. 

- No olviden quienes son. - les animó Peter, un abrazo grupal y se dirigieron a sus habitaciones serios, tranquilos, relajados, pero su expresión parecía denotar una madurez que sus padres no comprendían. 

- ¿De qué me perdí? - preguntó el señor Pevensie. 

- Quisiera saber lo mismo… - contestó su esposa. 

Unos días pasaron, los cuatro jóvenes estuvieron metidos en la sala o la oficina, siempre discutían cosas que sus padres no terminaban de comprender. 

- … y dejamos las negociaciones con las islas a medias… - susurraba Edmund. 

- ¿Creen que Aslan esté al tanto de nuestro regreso? - preguntó Lucy. 

- Desde luego. Confiemos en que él arregló todo. - contestó Susan. 

Su madre siguió su camino, la curiosidad era mucha, pero sus hijos no le dirían nada, su esposo ya había preguntado y ellos negaron haber cambiado o hablar de cosas extrañas, algo pasó entre ellos que ninguno admitiría por alguna razón y sus padres al ver que no era algo malo, decidieron darles su espacio. Una semana después sus pláticas terminaron, Susan se iba a la biblioteca a diario, evitaba a cada chico que mostraba algún interés romántico en ella, a su madre no le agradaba, pero lo permitía de momento, Peter empezó a salir a pasear casi a diario, usualmente metiéndose en peleas, con el tiempo hubo un común detonador de su violencia "Solo eres un niño", esas palabras lo enojaban sumamente fácil, Lucy solía estar con amigas, pero de alguna manera aislada al mismo tiempo. 

El más difícil de entender fue Edmund, un día llegó con un folleto de unos cursos de esgrima, pidió asistir con insistencia, su padre, un militar, le sugirió tener prácticas de tiro con armas de fuego, actuales y útiles en su lugar, sin importar que ofreció su padre Edmund no cedió, algo molesto su padre, pero igual fue a pedir información y de paso pedir una demostración que desalentara a su hijo. 

Llegaron al lugar, el hombre pidió información específica sobre sus lecciones y su utilidad, seguía detestando el curso, pidió una demostración con un alumno de alto grado, quería mostrarle a su hijo que necesitaba trabajo duro y tiempo para poder estar a un nivel decente, con suerte eso lo desmotivaria. Edmund sin equipo decidió tomar un duelo al terminar la demostración, tomó un estoque, entró a la plataforma para encuentros, un alumno de 19 años, diez de práctica del arte de la esgrima, tomó el reto, su padre estaba decepcionado, arrogante, eso pensaba. 

- Empieza tu. - pidió Edmund y su futuro instructor lo vio con buenos ojos. 

Buena postura, buena guardia, defensa lista, alerta, no despreciaba a su contrincante y no pedía el primer movimiento evitando delatar su habilidad y técnicas primero. El chico mayor decidió que Edmund necesitaba una lección de humildad y atacó, de frente, buscando un golpe limpió y doloroso, Edmund giró a la izquierda, golpeó su espada bloqueando el ataque, y un pequeño ataque de su parte desbalanceó a su contrincante, este cayó al suelo y la espada ajena se colocó al lado de su cuello. 

- ¿Gané? - el chico a regañadientes asintió y todos los chicos presentes aplaudieron anonadados. 

- Le daré un descuento y libertad al muchacho de venir a practicar fuera de su horario… - comentó el instructor al anonadado padre - Puede venir mañana mismo si lo desea. Este chico tiene talento natural, podría competir en unos meses… - susurraba para sí mismo y el señor Pevensie lo escuchó sin poder oponerse. 

Al abandonar el lugar Edmund tenía el siguiente mes de lecciones pagado, ahora tenía un lugar para entrenar, lo que menos quería era que sus habilidades con la espada se debilitarán, y mientras pensaba en adquirir pesas para su cuerpo para no perder la costumbre de espadas pesadas y enfrentamientos extenuantes a muerte, su padre estaba asimilando lo que vio, su hijo tenía talento, no estaba interesado en armas que quisiera, pero estaba pidiendo algo que le gustaba, por eso accedió. Al paso de las semanas los adultos estaban asombrados con el cambio en sus hijos, Lucy se animó, Peter se tranquilizó un poco, Susan tomó un curso de estudios extras en el colegio al que se unía dos o tres veces por semana Edmund, por lo que sabían Susan leía de todo, pero Edmund se enfocó en estrategias de guerra, tácticas militares, entrenamiento y análisis de las condiciones de vida de hace unos siglos, antes de la pólvora, la electricidad, la energía a vapor, cuando era todo más rural. 

Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, los meses en un año, y ese año era eterno para los cuatro reyes esperando con frustración, atrapados en sus cuerpos jóvenes con sus mentes en su adultez, sus opiniones no importaban, sus consejos menospreciados, su existencia misma se sentía nulificada, y eso los ponía aún más ansiosos, Susan llegó al punto de considerar que tal vez no regresarían. Finalmente vieron su deseo concedido, Narnia apareció frente a sus ojos, y quisieron estar soñando por primera vez. 

Su pueblo diezmado, sus habitantes escondidos y cazados, invasores creyéndose dueños de Narnia, su reino destruido, su palacio y súbditos destruidos y desterrados de sus hogares ancestrales, sobra decir que estaban furiosos. Encontrar a la resistencia fue un alivio, había esperanza, los invasores debían entender que eran los extraños en su mundo y ellos debían bajar la cabeza, no al revés, y los cuatro reyes se encargarían de demostrarlo. 

***

Fin del capítulo.

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