Tres estaciones pasaron desde aquella noticia. Exactamente, el 21 de marzo de ese año cambió por completo sus vidas de un momento al otro.
El invierno comenzaba y las fuerzas se debilitaban.
Llevaban una semana planeando una escapada para ellos sólos. Deseaban ese viaje, posiblemente el último juntos. Una cabaña de madera en medio de la montaña, con una chimenea que los mantuviera cálidos y ajenos al frío exterior.
Horacio realmente lo deseaba a pesar de su debilidad, quería pasar aquel momento con su chico. Dejar lindos recuerdos en él, quería que en el futuro lo recordaste con una linda sonrisa, que a sus hijos les muestre fotos de él y les cuente su historia. Él siempre quiso niños, juntos planeaban formar una familia pero el destino cruel les tenía otros planes.
El destino también les quito aquel viaje y Horacio sabía que sería el último, lo sentía. A decir verdad, él tan sólo quería que sucediera allí. Pero sería cruel para Kevin, no merecía pasar sólo por aquello.
Su cuerpo una vez más haciendo de las suyas, hizo que acabará aquella noche en el hospital nuevamente, ya había perdido la cuenta de las veces que fue en esas tres estaciones.
Siempre tuvo una gran predilección por esa estación, le parecía mágico ver el cambio del paisaje y cómo todo se tornaba gris y blanco. Pasar las tardes con una taza de café y el abrazo de su esposo mientras los cubría una frazada, admirando desde el sofá la maravillosa vista de la nieve caer a través del gran ventanal que se encontraba en la sala de la casa que compartían desde hace dos años.
Ahora también miraba la nieve caer pero no tenía ni la taza de café ni el abrazo cálido, tan solo tenía cables y tubos por doquier y la pequeña ventana del hospital. Miró a su lado y estaba aquel chico, siempre estaba a su allí, junto a él, dándole los mejores momentos de su vida.
El vacío que experimentó en su pecho en ese momento le hizo darse cuenta que aquello pasaría. Las lágrimas inundaron sus ojos pero una sonrisa se formó. Con las pocas fuerzas que le quedaban lo llamó.
-Kevin, amor- Dijo con dificultad y la voz ahogada por el nudo en su garganta pero la sonrisa se mantenía.
-Tranquilo ¿Cómo te sientes?- El castaño a su lado se despertó de un salto, acomodándose en su silla para acercarse y tomar la mano de Horacio para besar sus nudillos.
-Amor... te amo... nunca lo olvides- Horacio omitió las preguntas. La mirada que le dio a Kevin hizo que las lágrimas inundaran el rostro del de barba frondosa y un poco descuidada en aquel momento.
-Nuestra vida juntos comenzó en invierno, tomamos un helado en la primera cita- las lágrimas caían por los ojos del chico que ahora ya no poseía su maravillosa cresta que lo enamoró.- Y va a acabar en la misma estación. Ya no hay cafés ni mantas ni abrazos, pero estas aquí y eso me hace muy feliz. Me hiciste realmente feliz, cumpliste casi todos mis sueños y lamento que no podamos formar una familia. Tú estás a tiempo, sólo cuéntales a tus pequeños de lo que vivimos, ese es mi último deseo.- Horacio apretó débilmente la mano de Kevin quien se encontraba conteniendo el llanto. Bajó la cabeza y la posó en la mano de su esposo, su alianza ya no se encontraba, los médicos lo pidieron, pero si estaba la marca blanca como muestra de que estuvo allí por mucho tiempo. -Ven, dame un beso- Dijo Horacio con lágrimas en los ojos pero una sonrisa en los labios. Kevin se levantó y se acercó para unir sus labios en un beso que resumió lo felices que fueron juntos. -Se feliz mi amor, gracias por amarme y recuerda que te amo- Horacio se acercó nuevamente uniendo sus labios, Kevin sintió como el beso se debilitaba.
Se separó y lo abrazó largando el llanto que tenía contenido. No escuchó el pitido de las máquinas hasta que los médicos y enfermeros entraron deprisa y lo sacaron de la sala. Allí estaba en el pasillo desierto del hospital, sólo... mirando la puerta cerrada de la sala donde se encontraba el amor de su vida.
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N. de la A.: Les pido perdón por esto, yo también lloré cuando lo escribí :(
