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Esta historia transcurre en un pequeño y humilde pueblo en la región Dentora de la República de Padokia.

Killua y Gon son mejores amigos desde que tienen noción, según los adultos, inseparables son. Así como el pincel y su creativo pintor.

Una fría tarde de otoño, La tía de Gon, a ambos un favor les pidió. Que traigan de la montaña Kukuroo, una curativa flor, para su pobre madre, quien un resfrío pescó.

Los niños entusiasmados, aceptaron el favor. Y así fue como su aventuresco viaje comenzó.

Mira Killua, mi tía Mito un mapa nos dio, y del brujo rojo, una advertencia nos dejó.

¡Que bien! Así imposible será perder el rastro en la misión. ¿Cuál brujo rojo? ¿El de pies gigantes y nariz de botón?

El mismo así es, dicen que, si lo miras a los ojos, te convierte en una flor. Más está prohibido caer en su tentación, porque si se trata de niños, de su preferencia son.

Mientras ambos caminaban rumbo a la montaña con la frente en alto y la seguridad hasta el cielo, un delicioso aroma a chocolate caliente, a la tierra los trajo de nuevo.

Killua, ¿puedes oler lo mismo que yo? – Comentó el pequeño de botitas verdes, mientras a la rama de un árbol, de un brinco llegó. Señalando con su dedo índice, esa cabaña a lo lejos.

¡Si! Es chocolate, de eso estoy seguro. Pero no podemos ir. El sol se está escondiendo y la noche llegará. Si volvemos sin esa flor, Mito-san se enfadará.

Sí, de eso no cabe duda. Pero si pedimos un poco de chocolate, tendremos más energía, ¡para llegar a la flor curativa de forma segura! – Respondió con una pequeña risa traviesa. Pues el muy seguro estaba, de que su amigo, los chocolates amaba.

Luego de que el pequeño Killua lo pensó y lo pensó, a correr como si su vida dependiese de ello, él comenzó.

Los niños por el sendero corrieron y corrieron, hasta detenerse frente a un portón. Y Gon divertido, la campanita tocó.

Sin respuesta alguna, el portón mágicamente se abrió. Y en la entrada de la casita, un hombre alto con bigote rojo se asomó.

Oh queridos niños, a mi humilde hogar sean bienvenidos. ¿Qué los trae por aquí? En este día tan frío. – Comentó el señor con total educación.

Disculpe señor, hemos venido por una misión. Pero el aroma a chocolate, ¡de nuestro camino nos desvió! – Respondió Gon.

Aquí preparo el mejor chocolate de Padokia, desde galletas y pasteles, hasta dulces y cócteles. Me alegra saber que el aroma de mi chocolate los ha atraído, tengo el gusto de invitarlos a pasar. Sean bienvenidos.

Los niños entusiasmados, a sus palabras obedecieron. A la casa se adentraron, y frente a la gran mesa, paralizados se quedaron.

En ella había tantas delicias esperando a ser comidas, que la saliva de sus bocas, sin darse cuenta caía.

¿Todo esto nosotros podemos comer? – Preguntó Killua, dudando cada vez más de lo que sus ojos veían.

Todo lo que he servido en esta mesa a su servicio está. Sean libres de mis platillos disfrutar. Para un niño como tú, la fructosa mal no le hará.

Pues entonces con permiso señor, ¡con este manjar empiezo yo! – Agregó Gon, tomando un trozo de pastel de chocolate y devorándolo.

Su amigo seguía allí parado, peleando contra su tentación. Hasta que corrió a sentarse a la velocidad del sonido, por la palmada en el trasero que el señor del bigote rojo le dio.

Los pequeños disfrutaron del festín hasta sus barrigas llenar, pero al ver al señor encender las velas, la alarma les hizo sonar.

La noche había llegado y ellos aún seguían en la casa de aquel campesino extraño.

Más allá de la luz del hogar no se veía nada, y el viento fuertemente y con furia resoplaba.

Al parecer se viene una tormenta, deberán pasar la noche aquí hasta que amanezca. – Ofreció el señor amablemente mientras sonreía de oreja a oreja.

Los pequeños la ventana observaron y con algo de pavor la oferta aceptaron.

El amable anfitrión por las escaleras los acompañó, donde allí les esperaba una cálida habitación.

- Los pequeños sin dudarlo a sus camas saltaron, y en poco tiempo en un profundo sueño cayeron sin dudarlo.

El hombre la puerta suavemente con llave cerró, y de a saltitos de alegría la escalera bajó para comenzar con la preparación.

Era un festín allí abajo en la cocina, mientras el brujo su libro observaba, los frascos de sazonamiento alrededor del calderón giraban.

Mientras tanto un extraño aroma proveniente de abajo al niño de botas verdes despertó. Se acercó a la puerta, y al no poder abrirla se alteró.

Con ambas manos tomo a su amigo de las mejillas y con fuerza las estiró.

- ¿Qué sucede? ¿Qué paso? - Pregunta el pequeño, con los ojos adormecidos y sin entender la situación.

- ¡La puerta no puedo abrir!, El señor de esta casa no nos deja salir!

Mientras los niños discutían como escapar, el brujo contento a la habitación se atreve a entrar.

-Con llave la puerta he cerrado por si los lobos quieren entrar. He preparado la cena, bajemos a la cocina para disgustar.

Con esas simples palabras los inocentes niños le creyeron, bajaron a la cocina y nada de lo que se esperaban fue lo que vieron.

El brujo por sorpresa los tomó y en una jaula los encerró.

Las chispas del calderón salían y salían, mientras el brujo feliz la mezcla revolvía, los pequeños de terror se morían.

-Sean niños buenos y quédense aquí. Buscaré algo en mi alcoba y no se atrevan a salir. - Advirtió el malvado brujo con el rostro feliz.

Ellos asintieron y sus miradas agacharon. Hasta que el brujo se fue, y su plan de escape comenzaron.

El hombre regresó tranquilamente a la cocina, abrió la jaula y se llevó al pequeño de botas verdes primero hacia el calderón. Mientras el niño de ojos azules lloraba y lloraba siendo consciente de que la jaula abierta estaba.

-Usted señor se ha portado muy bien con nosotros, su comida es exquisita y sus habitaciones calentitas. - Agradeció el pequeño de ojos miel con su inocente mirada, mientras de su mano suavemente lo tomaba.

El brujo encantado a su altura se agachó, y delicadamente el rostro del niño tocó. Hasta que sintió un fuerte golpe en la cabeza a sus espaldas y al suelo inconsciente cayó.

Los niños de la mano se tomaron y hacia la puerta se dirigieron, la antorcha de la entrada robaron y a su hogar sanos y salvos llegaron.

Y allí los esperaba mito-san muy enfadada, pidiendo explicaciones del por qué a estas horas de la noche los niños a casa llegaban.

-Mientras en busca de la flor estábamos, dormidos bajo un árbol muy cansados nos quedamos.

Dijo el pequeño de ojos azules, a lo que su amigo firmemente respondió:

-Pero mañana regresaremos al bosque, y encontraremos esa flor. ¡Porque ya sabemos bien por donde no es el sendero!

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¡Hola! Aún sigo viva. Planeaba publicar este fanfic en halloween, pero por un grave problema de flojera no lo hice uwu. Espero que lo hayan disfrutado y reído tanto como yo. Un abrazo graaaaaaaaande <3 

Hansel y Gretel - Hunter x Hunter (PARODIA)Where stories live. Discover now