Tormento

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Tal vez, algún día

Capítulo 13

Todo era oscuridad, de nuevo estaba en ese cuarto húmedo, se abrazó a sí misma, sus brazos estaban helados, sus pies descalzos estaban entumecidos, sus dientes comenzaban a castañear debido al frío, quiso hablar, pero la voz no le salía, se llevó las manos a la garganta con desesperación, abrió la boca y miles de clavos le perforaron la tráquea, se giró entre las sombras, buscando, pero no había nadie más, solo ella.

— ¡A....yu...den...me! — Exclamó con mucho esfuerzo.

El sonido de una cubeta al caerse la alertaron, trato de ver algo en un rincón, pero no veía nada, sin embargo, los pasos sobre el agua le indicaron lo contrario; todos los vellos de su cuerpo se le erizaron de terror... era él...

— Nadie vendrá a ayudarte querida — Proclamó la voz cavernosa de un hombre muy conocido — Tu solita te has metido en este embrollo.

— ¡Ne...Neil...!

— ¡Pobre de ti Candy! — Se burló — Acabarás sola, metida en este hoyo tan profundo que tú cavaste, él no te ayudará, va encerrarte aquí, de nada te sirvió matarme, no serás feliz nunca.

Candy retrocedió todo lo que pudo hasta chocar con la pared mojada, el hombre siguió avanzando hasta quedar muy cerca, tan cerca que la rubia podía sentir su aliento a coñac.

— Él se llevará a tus bastardos y tú te quedarás sin nada, estarás más sola que un perro.

— ¡No! — Grito la rubia llevando sus manos hasta su vientre plano, aterrada se palpó buscando aquella redondez llena de vida, pero, ahora... ya no estaba.

Entonces... el sonido del barco avisando su partida...

— ¡Mis hijos! — Lloró la mujer.

Candy vio la luz brillante que entraba por una pequeña ventana, ¿De dónde había salido si hace un momento todo era oscuridad? Con premura se acercó, estaba muy alta para ella, pero, había una cama de piedra, se subió poniéndose de puntas, se aferró a los barrotes y lo vio, el puerto de Southampton, el Mauritania, ¡Terry!

— ¡Terry! — Gritó la rubia como aquella vez que lo vio partir y no lo alcanzó — ¡Terry! ¡Estoy aquí! ¡Terry! — Gritaba ronca, con un dolor punzante en la garganta.

Y él la escuchó, miró hacia su dirección, sin embargo, solo había hielo azul en su mirada.

La risa de una niña llamó la atención del hombre, él le tomó la mano y fue entonces que Candy se fijó en el bulto azul que Terry llevaba en sus brazos.

— ¡No! ¡No te los lleves! ¡También son mis hijos! ¡Terry! ¡Terry! — Gritó sin cesar, pero él ya no la escuchó, subió al barco con los niños y ella los vio partir sin poder hablarles, sin tocarlos.

Se derrumbó sobre la cama fría y dura, los torrentes de lágrimas caían de sus verdes ojos, quería seguir gritando, pero ya no podía, la poca voz que le quedaba se ahogaba con su llanto tan desgarrador que resonaba en el calabozo, de nuevo la oscuridad la invadió.

— Bienvenida al infierno "mi amor" — Le dijo Neil al tiempo que posaba su mano helada sobre el hombro de la rubia.

.

.

.

— ¡No! ¡Déjame! ¡No! ¡No!

— ¡Candy! ¡Candy! ¿Qué te pasa? ¡Candy despierta! ¡Despierta linda!

— ¡Albert! — Pronunció la rubia apenas abrir los ojos y toparse con otros que la miraban con angustia — ¡Vino por mí! ¡Neil vino por mí! — Afirmó al tiempo que se aferraba con fuerza al chaleco gris de su amigo.

Tal vez, algún díaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن