⬤ Prohibida cualquier tipo de adaptación o copia de cualquiera de estos One Shots.
⬤ Posiblemente haya más contenido de los personajes: Bokuto Kōtarō, Kuroo Tetsurō, Akaashi Keiji y Tsukishima Kei porque son mis favoritos y escribir con ellos en cua...
Tipo: Personaje x Lectora. Tipo de corto: Escenario. Temática: Bullying.
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Tsukishima Kei era totalmente ajeno a la vida de Nakamura ______, una chica de su clase que era reservada y molestada por muchos, incluído él. Sus comentarios de más nunca faltaban siendo una parte de su personalidad, siendo siempre ignorado por la fémina.
Ya acostumbrada a los comentarios negativos sobre su cuerpo, cualquier otro insulto era para ella cualquier cosa, creyendo que si solamente los ignoraba pronto se cansarían y dejarían de molestarla. Pobre chica ingenua...
-Aquí viene la chica gorda.
Murmuró una chica junto a su grupo de amigos, los cuales rieron con descaro cuando la castaña había tomado asiento. Tsukishima miraba la escena con desinterés, estando sentado a su lado no podía hacer oídos sordos a los insultos de sus compañeros.
Con sus manos temblorosas intentó sacar sus libros de su bolso siendo traicionada por sus propios nervios tirando sus cosas que estaban sobre su mesa. Kei esbozó una sonrisa por su acción.
-Vaya~, no solo eres idiota, también eres tan torpe.
Cómo siempre no recibió respuesta alguna, ni siquiera una mirada de su parte, observó atentamente como ella levantaba sus cosas con rapidez y se acomodaba en su asiento dispuesta a comenzar con la clase.
Durante sus clases, varios papeles llegaban a su banca y golpeaban su cabeza haciendo un suave sonido al aterrizar, haciendo difícil el prestar atención, nuevamente sus manos temblaban y apretó la pluma entre sus manos con rabia, ya estaba harta, no soportaba más, estaba segura que en cualquier segundo explotaría pero todo aquél valor de terminar con sus burlas desaparecía al ser insultada por el grupo de chicos, sus comentarios podían llegar a ser tan hirientes que lograban algunas veces que la joven pensara seriamente en terminar con su vida.
Estaba harta, pero no tenía el valor para frenar esto.
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Una vez que las prácticas del equipo de voleibol habían terminado el equipo se despidió y cada quien tomó su rumbo. Hacía rato que Tsukishima se había despedido de Yamaguchi y ahora caminaba solo por la calle, la música sonaba en sus auriculares y una leve ventisca fría comenzaba a hacerse presente. El sol se estaba poniendo ya cuando más adelante logró ver la silueta de una castaña sentada en la acera con sus piernas cubriendo su rostro. Se acercó dispuesto a molestarla un poco pues le parecía gracioso como era tratado de ser ignorado.
Se quitó los auriculares y fue allí cuando notó los sollozos que provenían de la chica, la expresión divertida en su rostro desapareció al instante dejando una mueca de seriedad.
-Oye idiota.
Llamó a la castaña.
-Déjame sola Tsukishima.
Respondió al instante intentando que su voz no sonara débil y quebradiza.
No dijo nada, se quedó allí de pie observando con detenimiento su cuerpo, su uniforme estaba sucio, tenía manchas de tierra y estaba notablemente mojado, sus rodillas descubiertas estaban raspadas con leves gotas de sangre asomándose, subió la vista a su cabeza y notó su cabellera castaña desordenada y más corta de lo que la recordaba.
-¿Ellos te hicieron esto?
-No te importa.
-Ciertamente no, pero hoy en verdad se excedieron.
Sus cabelleras se movieron con el viento helado de la tarde, las farolas en las calles se encendieron iluminando el camino. El de lentes suspiró antes de tomar la sudadera de su uniforme y colocarla en los hombros de la chica, quién se tensó al sentir el tacto. Levantó la vista claramente confundida, Kei vió algunos rasguños en su rostro levemente enrojecido por el llanto.
-Está comenzando a hacer frío, te llevaré a tu casa así que date prisa y camina de una vez.
Intentó sonar desinteresado y comenzó su andar, la castaña rápidamente se levantó y se posicionó a su lado adaptándose a su ritmo.
-Gracias.
Murmuró mirando sus pies. Tsukishima no respondió e intentó ignorar su comentario, fallando al darse cuenta de la calidez que se había instalado en su pecho a pesar del frío de aquella tarde.
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