Prólogo

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Flores.

¿A todo el mundo le gusta ir al campo y ver montones de flores de diferentes colores y fragancias, cierto? 

Sin embargo, la ciudad de Tokio no era precisamente el mejor lugar para ello.

Si querías ver flores allí, debías ir al centro de la ciudad. Grandes puestos con miles de flores en la entrada, algunas falsas, otras con la capacidad de marchitarse, pero todas igualmente bonitas.

Aunque todo cambia los días de lluvia. Esos días las flores no lucen en las fachadas de los locales, todo se ve más triste. Tanto las flores como la lluvia simbolizaban la primavera, y aún así, allí, se repelían. Mas si había algo más raro que ver flores los días lluviosos en el centro, eso era a nuestro rubio.

Bakugo odiaba socializar, era así. Odiaba las incómodas conversaciones triviales⏤ Todos nos hemos percatado de que está lloviendo, señora. No me hable del mal tiempo⏤ Y por eso el centro de la ciudad no era algo a lo que frecuentara los días que no tenía clases. 

Pero tampoco era frecuente para él hacer recados para su madre, y allí estaba. Y menos aún era frecuente que lloviera en la ciudad, y las señoras le hablaban del mal tiempo. 

Dirigió su mirada a una de las bolsas que sostenía. El agua caía por el plástico resbalando rápidamente, pero no se podía decir lo mismo de lo que contenían en su interior.

Por lo que al ver que su madre le haría volver a la tienda si las compras acababan empapadas, decidió meterse en el primer establecimiento que encontró. Con suerte habría poca gente ⏤pensó⏤, y estaría tranquilo, o habría mucha, y nadie le prestaría atención a él. Mas antes de que pudiera fijarse en la gente que había en el lugar, un ramo de flores se encontró con su cara de frente.

Unas iris azules que casi descubren la cantidad de pelos que tiene en la nariz.

¿Había entrado a una floristería?

Miró a su alrededor, había flores, si, pero también más cosas. A su izquierda se encontraban mesas y sillas de madera bastante coqueta, a su derecha, unos estantes con productos de limpieza. 

Y frente suyo, bueno, un gran ramo de flores que le obstaculizaba la vista.

⏤¿Qué cojones?

El racimo pareció escucharlo, porque dio un pequeño salto. Y como Katsuki sabía que las flores no saltaban, entendió que había alguien detrás.

⏤¡Perdone!⏤Las iris azules se movieron rápidamente hacía la izquierda, casi tirando el paragüero de la entrada.

Entonces la persona de detrás lo sujetó y colocó las flores dentro del mismo. No era un paragüero, era un jarrón (Menos mal que Katsuki no llevaba paragüas porque lo habría metido ahí).

Y lo que momentos antes las sujetaba, era un chico, bastante torpe al parecer.

⏤Más cuidado⏤ Se quejó el rubio mientras sujetaba correctamente las bolsas volviendo a llamar la atención del otro, y cuando descuidadamente levantó su mirada, sus ojos se encontraron. Eran rojos. En ambos puntos de vista se puede decir lo mismo.

Antes de contestar, el chico rió, y se metió unos mechones de pelo tras su oreja.

⏤Perdón, no me había dado cuenta de que alguien había entrado. 

Rápidamente se volvió a colocar delante del rubio.

⏤¿Qué desea?⏤ Preguntó de un modo muy agradable, con confianzas, pero con respeto. Un chico amable, tal y como le sacaban de quicio.

Pero tenía que admitir que le llamó la atención. Su pelo era negro, liso, algo más largo de los hombros. Se veía sedoso, lo contrario al suyo. Si no tuviera una pizca de orgullo lo hubiera tocado.

Beautiful flowers [Kiribaku]Onde histórias criam vida. Descubra agora