Regalos de improvisto

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—¡Oh sí! ¡Sí, ahí! ¡Ah, tan delicioso! —Shen Qingqiu gimió apoyando su cara contra la loza blanquecina mientras una sonrisa se extendía por sus labios.

—¿Aquí? —Binghe empujó suavemente y Qingqiu gimió.

—¡Oh sí! ¡Definitivamente ahí! —Y soltó un suspiro de alivio.

Ambos yacían sumergidos en la poza de agua caliente, el inmortal de espaldas a su esposo mientras que el rey demonio masajeaba suavemente la cintura y cadera de un hombre que gemía extasiado por el masaje recibido a sus doloridos músculos.

Y es que ¿cómo no sentir cansancio cuando su barriga había crecido más conforme el parto se acercaba? Shen Qingqiu recordaba que su cuñada no había generado tanto vientre cuando nació su sobrino, él se sentía enorme e incluso tenía que echar la espalda alta hacia atrás con sutileza cuando caminaba para evitar sentir que el peso le ganase y terminase cayendo de rodillas.

Binghe deslizó nuevamente su mano con suavidad, jaló la cintura de Shen Qingqiu y tras apoyarlo contra su pecho, deslizó ambas manos debajo de su vientre para sujetarlo con suavidad creando con ello que el inmortal de ojos verdes suspirara de alivio al sentirse liviano por un momento.

—¿No duele?

—No, se siente muy bien —descansó del peso y cerró los ojos—, en un mes baobei nacerá pero siento que entre más pasa el tiempo más crece y a este paso terminaré dando a luz a un niño de dos años.

Binghe sonrió y se inclinó para besar la mejilla regordeta; producto de comer tanto. Sus dedos se movieron en forma de abanico mientras sostenía el peso y sintió como suaves golpes le indicaban que su hijo quería atención.

—Baobei, tranquilo. —Presionó su mano contra los movimientos causando que el menor detuviera toda acción.

Por suerte, desde aquel día en que había pasado el límite y había herido a Shen Qingqiu; baobei se calmó después de escuchar a ambos padres regañarlo severamente sin embargo ante quien reaccionó fue a Luo Binghe quien inyectando firmeza y severidad bastó para que su hijo dejara de causar daños.

Y es por eso que ahora sus movimientos eran suaves y sutiles, haciendo que Shen Qingqiu sintiera que ahora si esperaba un hijo un humano; lo que no contó fue con el dolor de espalda baja, la hinchazón en sus piernas y su hambre desmedida pero como negarse ante lo último si su esposo se la pasaba consintiéndole cualquier antojo por muy absurdo que fuera. Era inevitable negarse a la comida de Luo Binghe y él no lo desaprovecharía.

Shen Qingqiu se dejó consentir mientras su esposo sostenía su barriga por un momento, sonrió con los ojos cerrados y tras apoyar su cabeza contra el hombro ajeno, alzó una mano para acariciar el rostro masculino; dedos delgados y elegantes recorrieron la mejilla sonrosada y los labios color fresa, un toque tan íntimo como gentil.

—Deberíamos salir, comienzo a sentirme cansado. —Murmuró tranquilo.

Binghe asintió y soltó suavemente a su hijo, con esto ayudó a su esposo a salir de las aguas cálidas para retirarle la túnica interior mojada y colocarle una seca, pronto le colocó la túnica exterior negra y secó su cabello con total calma mientras que el embarazado ajustaba sus ropas del frente evitando a toda costa perder el diminuto cinturón que solo marcaba más su vientre.

Tras un relajante baño, la pareja salió para caminar directo hacia su habitación, el inmortal se sentía lo suficientemente cansado como para pedir cama y buscar una posición cómoda, pero aquello se vio obstruido cuando Gongyi Xiao se aproximó a ellos.

—Señor Luo, maestro Shen —hizo una reverencia cortés—, en la entrada se encuentra el líder de la secta Cang Qiong junto con tres de los maestros.

Pequeño loto blanco «BingQiu»Where stories live. Discover now