Capítulo 1 || Grilletes De Miedo

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El fresco aire de la noche barrió el plateado cabello suelto mientras se sentaba, su espalda estaba relajada contra la corteza del árbol mientras que los dedos de sus pies con garras pateaban pensativamente la rama debajo de él, mirando a través de la obscuridad, esperando, esperando algo que él sabía que nunca llegaría, esperando a alguien que sabía que jamás volvería a ver.

Dos meses, fueron dos meses largos, fríos, miserables y sin eventos desde que el pozo fue sellado y vio a Kagome por última vez. A veces la veía trepando por el pozo mirándolo en ese mismo árbol con esos ojos obscuros y profundos, tan expresivos y llenos de vida. Supuso que de ahí es de donde saco eso, de ella. Con orgullo, Inuyasha podía decir que su exterior completamente áspero protegía su corazón, sus sentimientos y emociones secretamente vulnerables fuera de la vista de los demás. Un defecto suyo que también consideraba eran sus ojos, casi idénticos a los de su fallecido padre y a los de su odiado hermano mirándolos desde la superficie, pero, si alguien tuviera la oportunidad de mirarlo de cerca, verían una furia ardiente de emociones luchando entre ellas. No dejaría a nadie tener la oportunidad de mirarlo a los ojos. Esos ojos que habían visto Kagome, Kikyo y su madre quienes los habían visto como una bendición, para Inuyasha no eran mas que una maldición. Si alguna vez alguien capto un atisbo de emoción en sus ojos, estaba garantizado que terminarían abandonándolo de una u otra forma.

—Demonios, Kagome. —suspiro Inuyasha apoyando su cabeza contra el árbol, dejando que la áspera corteza rascara su cabello suavemente. Supuso que a fin de cuentas era algo bueno, ella estaba en casa, donde sabia que ella realmente pertenecía y que estaba a salvo de todos los horrores de esta época. «Sería un error quererla de regreso» pensó, «solo estaría siendo egoísta al desear su regreso porque me siento solo».

Moralizando y justificando todo no impedía que la echara de menos, y obviamente no impidió que volviera a ver al pozo devorador de huesos. Apenas y se había movido desde que ella se había ido. Miroku y Sango se establecieron juntos en algún lugar de la aldea siguiendo con sus propias vidas junto a Kohaku, Kaede, Shippo y Kirara. Claro que le habían dicho que se quedara con ellos pero Inuyasha no lo haría, nunca lo haría, no los atraería hacia su propia autocompasión y desconfianza , no quería arruinar su tan merecida felicidad. Naraku, su mayor enemigo ahora no era mas que un mal recuerdo que dejó a sus amigos. Aun así, por encima de todas las cosas terribles que había enfrentado en sus doscientos años de vida, la soledad era lo que más le aterraba.

 Aun así, por encima de todas las cosas terribles que había enfrentado en sus doscientos años de vida, la soledad era lo que más le aterraba

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—¡Señor Sesshomaru! —el demonio formo una mueca ante el irritante sonido de la voz del pequeño demonio sapo irritando sus sentidos. —¡A-Aquí tengo más respuestas de aceptación de los demonios vecinos que asistirán a la reunión anual de la víspera del verano!

Sesshomaru suspiró pasando sus largos y delgados dedos por los sedosos mechones de su cabello.

—Me pregunto la razón para seguir organizando ésta molesta festividad. —gruñó en voz baja para si mismo soltando el agarre de su cabello a favor de firmar el pergamino frente a él.

(Welcome To) My Fraternal RomanceWhere stories live. Discover now