Poemas a un extraño

No digas mi nombre en voz alta

No digas mi nombre en voz alta.

Deja que las palabras sean llevadas por el viento, que las letras se deshagan entre tus labios y nos comuniquemos con la mirada.

Hagamos a un lado el mundo por un instante, finjamos que detenemos el tiempo y a nuestro alrededor nada está sucediendo. Deja que tu sonrisa me contagie y tengamos un momento donde el cortejo y los cumplidos se leen en las expresiones.

Toma mi mano para sentir que es real, y que aquella electricidad en la yema de los dedos es algo más que solo afecto.

Démonos el tiempo de amarnos sin palabras, seamos egoístas juntos y vivamos en el anonimato aunque sea un segundo, haciendo oídos sordos al mundo para sentir lo nuestro.

Escuchemos al viento que se lleva los susurros, volviéndose cómplice del intercambio de miradas que dicen más que mil palabras.

No digas mi nombre en voz alta, no hay necesidad de gritarlo cuando los mismos latidos podrían asegurarlo.

Seamos tú y yo, seamos nosotros nada más, aunque sea un momento.