Capítulo 37

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You should be sad - Halsey

Jane abrió los ojos.

Dos líneas rojas.

Dos líneas rojas que ya no podía lograr ver con claridad porque las lágrimas inundaron exasperadamente sus ojos en menos de cinco segundos.

Estaba embarazada.

Una nueva vida se estaba formando dentro de ella como lo hubiese querido en un futuro lejano, no en medio de sus estudios.

Las preguntas la invadieron al igual que la desesperación. ¿Qué haría? ¿Qué diría Max? ¿Iba a querer tenerlo?

No pudo con tanta incertidumbre y fue corriendo con la prueba en la mano hasta el departamento del pelirrojo sin que sus compañeros la vean.

Tocó la puerta con urgencia. Max abrió y por instinto se acercó para besarla, pero al ver sus ojos llorosos retrocedió unos pasos.

—¿Qué sucede Jane?

Atinó a poner delante de ella la prueba de embarazo ya que el nudo en su garganta no le permitía hablar.

Él observó bien. No tenía en claro si esas dos líneas significaban positivo o negativo, pero por su expresión de horror pudo deducir que era positivo.

—¿Estás... estás embarazada?

Ella afirmó con la cabeza.

Max la miró pasmado.

—No creo que sea mío —Se opuso con rapidez.

—¡Es tuyo, Max! Solo estuve contigo estas últimas semanas —Contradijo en un grito de indignación.

—Abórtalo —Sugirió, pero sonaba como una orden.

—¿Qué dices? —Frunció las cejas —No voy a abortarlo, no quiero hacerlo.

—Yo no quiero ser padre —Admitió con crudeza —Y a ti te arruinará el segundo año del programa.

—No me importa —Mintió.

Max la miró unos segundos más y respiró profundo antes de apartar su mirada.

—Creo que debería volver a Suiza —Soltó como si nada.

—¿Qué? ¿Me dejarás sola? —No podía creer lo que estaba escuchando.

—Tú quieres tenerlo, ya te dije que yo no —Aclaró sin culpa —Por favor vete —Murmuró e ingresó a su departamento cerrándole la puerta en el rostro.

La castaña se quedó inmóvil, sin saber qué hacer. Sólo sentía como su corazón se rompía. ¿Por qué era tan cruel? ¿A caso sus lagrimas no le bastaban para que se diera cuenta lo hecha pedazos que estaba y que necesitaba de su apoyo?

—¡También es tu error, hijo de puta! —Volvió a gritar desde el pasillo.

Se retractó segundos después de lo que dijo.

No, su bebé no era un error. El error fue acostarse con Max, creer que había cambiado y que la quería.

Con aquello que acababa de decir y hacer, Max le demostró que al final de todo lo que ocurrió, seguía siendo el mismo idiota y egoísta de siempre. No podía ver más allá de su propio bienestar.

 No podía ver más allá de su propio bienestar

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Me quedaré contigo una noche más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora