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•Deciciones repentinas•

Sin más subo las escaleras siguiendo a Colón, este me dicta dónde queda el cuarto de la niña, ya dentro la acuesto suavemente en su cama y la tapo.

—Bueno... seguís vos. -dije mirando al causante de todo esto.

—Ahora a dormir muñeca, papá tiene trabajo -y sin más Colón besa la frente de la niña y juro que si no estuviera tan furiosa con él, hasta una foto les hubiera sacado.

—Te quiero papi.

—Te amo muñeca.

Me sentía de más, así que preferi salir del cuarto. Colón se queda unos minutos y luego de apagar las luces del cuarto sale de este.

—Gracias. -susurró.

—No me vas a dar las gracias cuando te diga las cosas que te tengo que decir.

—¿Qué? -dijo y sin importarme baje por las escaleras así quedándome en la sala. Colón no se queda atrás y viene tras mío.

—Tamara ¿porqué está enojada? -dijo ya a mi lado.

—¿Porqué estoy enojada? -dije sarcásticamente- ¿porqué creés?

—Pues si lo supiera no le estaría preguntando.

—¡No te hagas por el amor de dios! ¡Fuiste vos el que ocasionó todo!

—¿Ocasionar qué Tamara?

—Esto. Los periodistas, las cámaras, todo.

—Tamara no sé de qué me está hablando.

—¡Que no te hagas por el amor de dios!

—Tamara, trabajo catorce horas diarias, las restante duermo y me dedico a mi hija, definitivamente no tengo tiempo para ponerme a jugar con los periodistas.

—¡Mientes! -me acusa-

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—¡Mientes! -me acusa-. ¿Y sabes cómo sé que mientes? -nisiquiera me da tiempo de hablar- Mientras estuve encerrada por horas lo investigué, y casualmente la prensa jamás volvió a formar parte de tu vida luego de lo de tu esposa ¡que casualidad! Que ahora cuando rechazo la oferta de trabajo repentinamente forman parte de ella ¡que casualidad!

—¿Tamara me buscaste en Google?

—¿Que? No, no, bueno si.

—Tamara, es cierto que la prensa no forma parte de mi vida, y también es cierto que pago muy bien por mi privacidad, pero no pagué para que me siguieran y me tomaran fotos en su casa.

—Pero tampoco pagó para que no se digan cosas que no son.

—Eso también es cierto. Y siendo sincero no voy a hacerlo.

—¿Sabe que...? -deja su oración a medias para ver un mensaje, el cuál le acaba de llegar- ¿sabe qué? -ahora fuerza una sonrisa- acepto Colón, acepto ser la niñera de su hija.

Espera ¿qué dijo?

𝑁𝑖𝑛̃𝑒𝑟𝑎 𝑃𝑎𝑟𝑎 𝑃𝑎𝑝𝑎́🧸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora