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Aviso.

Como está dicho en la descripción, esta historia tiene contenido chico x chico. Está bajo su responsabilidad leerlo.

Si no te gusta la temática, te invito a no leerlo. Si te gusta, bienvenida/o.

Historia basada en la saga de Harry Potter de J.K. Rowling.

♣ ♣ ♣ ♣

Había aprendido a tocar el violín gracias a su antigua maestra de primaria, era una joven suplente que le gustaba tocar en el salón de clases cuando todos sus alumnos se iban a casa. Una vez sus padres discutieron y se olvidaron de ir a recogerlo, en ese mismo momento fue cuando Tom escuchó la suave melodía que recorría los pasillos. Asombrosamente, no tuvo miedo de una escuela sola y una melodía misteriosa.

Ésa sería, sin duda alguna, la mejor de las decisiones que tomó y de las cuales nunca se arrepentiría.

La maestra le enseñó todo lo que sabía, le enseñó más de lo que era necesario para aprender a tocar el violín. Le enseñó lo hermosa que era la música y las millones de melodías que podías usar para transmitir tus sentimientos. Tom era malo en eso, era serio e inexpresivo, a veces apático (no que supiera que estaba mal a esa edad, pero logró comprenderlo después de un par de años), la música le había abierto una ventana hacia sus emociones y le había enseñado la mejor manera de desahogar todo lo que tenía en su interior.

Ahora, con veintiséis años de edad, Tom estaba en pleno crecimiento laboral, creando su propia disquera que fue creciendo asombrosamente gracias a su gran oído musical y su talento para encontrar a prodigios en ese ámbito, sin mencionar su facilidad para lograr convencer a patrocinadores para apoyar a un nuevo artista.

Amaba todo eso, estaba en proceso de abrir su propia escuela de música. Por más fama de estricto y duro que tuviese, Tom sólo quería enseñar esa hermosa parte de la vida a quienes fueran lo suficientemente arriesgados como para tomar ese camino.

Suspiró agarrando su violín y comenzando a tocar. No le gustaba hacerlo en público, sentía que las melodías que salían de su instrumento eran de otro mundo, Tom se sentía capaz de poder abrir un portal hacia el más hermoso de los lugares.

Claro, en todos sus años de práctica nunca pudo hacerlo, era una estupidez tan sólo pensarlo, pero algo en él le decía que todavía no tocaba esa altura. La altura que te hacía volar y perderte de todos tus sentidos menos escuchar y sentir; el primero porque era lo que hacía a la mayoría de los músicos y el segundo porque Tom no se imaginaba una vida sin poder sentir todas esas emociones fluyendo a través de su cuerpo.

Ese punto donde algo podía estar pasando a tu alrededor, pero tú no podrías saberlo porque estás... Estás en otro mundo.

Comenzó a tocar balanceando su brazo y moviendo con maestría sus dedos, la melodía detonaba enojo, rabia y disgusto. Había guardado tanto eso hasta que no podía sostenerlo, hasta que la necesidad de tocarlo fue demasiado grande como para dejarlo pasar.

Cerró sus ojos y dejó fluir los malos pensamientos, las malas emociones. No las necesitaba, no cuando la tranquilidad se empezaba a asomar después de unos largos minutos tocando.

Lo que antes fue una melodía brusca y furiosa, ahora sólo se encontraba el suave arrullo de sus emociones combinadas con el instrumento. Su cuerpo se movía solo, acompañando a la nueva armonía que estaba llenando el lugar. Una suave voz acompañando la tranquilidad de sus emociones.

Se sentía... flotar. Se sentía en paz, como si el violín y él fueran uno mismo. La voz cobró más volumen conforme pasaba el tiempo, Tom casi podría jurar que una ráfaga de viento se había colado en su habitación, cosa ridícula porque había cerrado la ventana a causa del frío... Frío.

MelodíaWhere stories live. Discover now