7

7.3K 1K 330
                                    

La luz de la luna alumbraba el espeso bosque mientras un hombre corría esquivando los arbustos. Su corazón latía rápido en su pecho como un reloj descompuesto.

—Anthony...—escuchó que una voz lo llamaba.—Anthony.

El sonido se volvió más claro y pudo reconocerlo. Era la voz de David.

—¡Anthony!—el llamado se volvió más demandante, pero por más que quería parar, no podía. Sus piernas se movían por si solas alejándose del lugar.

Estaba huyendo como un cobarde.

La voz de David fue reemplazada por varios murmullos.

¿Es él? ¿El problemático?

Que vergüenza pertenecer a la detestable familia Murgot.

Elena tenía razón toda la prole de su hijo son una escoria. Pobre mujer.

¡Malditos monstruos!

¿Será un asesino como su tío?

¡David no puedes dejarlo sin vigilancia!

Los Murgot no son de fiar.

Los murmullos fueron aumentando hasta volverse insoportables. Anthony seguía corriendo sin rumbo alguno.

El frío de la noche le calaba los huesos, pero sus piernas seguían sin responderle. Todo era oscuridad hasta que una voz femenina empezó a llamarlo.

—Lord Glamorgan, lord Glamorgan.

Anthony parpadeó un par de veces acostumbrándose a la luz del sol que se colaba por sus ventanas. Era de día en la residencia Somerset.

Se incorporó en la cama y posó su mirada en la pequeña pelirroja que como de costumbre acababa de despertarlo.

—Gracias por eso.

—No hay de qué.—Ana acabo de recorrer las cortinas.—Hoy tiene importantes reuniones con otros nobles y luego...

—Visitare la tumba de Vanessa.—completo por ella. Ana asintió y abandonó la habitación para continuar con sus actividades diarias.

Anthony, por su parte, acabó de alistarse con ayuda de Dylan y desayunó algo ligero antes de asistir a la reunión con sus socios. Su encuentro fue breve a pesar de que ninguno de los presentes intentó ocultar su interés por su futuro matrimonio.

Dos familias poderosas unidas era sinónimo de grandes negocios. Su amigo, Jonathan solía decir que un matrimonio sólido no solo se fundamenta en el amor y que al casarte con una persona, en realidad lo hacías con toda su familia. Y no se equivocaba.

Evidentemente la buena reputación de los duques de York estaba influenciado de forma positiva en él. El linaje de su futura esposa era muy prestigioso.

—Gracias por sus sugerencias, caballeros.—se despidió de sus socios y se subió al carruaje con rumbo al cementerio. Ana lo acompañaba sujetando un ramo de rosas blancas en la mano. La noche anterior habían acordado encontrarse una vez que su reunión terminará, así que minutos antes la joven había abordado su vehículo de forma discreta.

Sus pequeños encuentros siempre debían mantenerse en secreto. Ambos sabían el escándalo que se desataría si la sociedad se enteraba del tipo de relación que mantenían.

La amistad era impensable entre un patrón y un sirviente. Al no estar en las mismas condiciones de poder su relación siempre sería desigual mientras que a los ojos del mundo luciría sospechosa.

Buscando Tu PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora