In a world where you feel cold
You gotta stay gold
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Historias de One Piece no relacionadas entre sí, de entre mil y cinco mil palabras. Los lectores pueden hacer pedidos pero siempre teniendo en cuenta que podría no aceptar...
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Las voces atraviesan las gruesas paredes del castillo. Dondequiera que vaya, los susurros la persiguen como fantasmas. Usualmente, son lamentos. Pobre princesa, ellos dicen. Es solo una niña.
Ella no necesita lástima. Es una princesa, sí, pero también es una pirata. La única prueba física de ello, los remanentes de la tinta del rotulador azul con el que Usopp pintó su piel, ya han desaparecido. Cuando está distraída, Vivi se encuentra pasando la yema de sus dedos por su antebrazo, dibujando una equis. La pintura del plumaje de Carue tarda más en desaparecer. Incluso si le da un poco de envidia, lo agradece internamente. Es señal de que no fue un sueño.
Terracotta camina a su lado por los pasillos del castillo. Ella le lanza miradas implacables a cualquiera que mire a la princesa, incluso si nada de ello es malintencionado. A estas alturas, probablemente todo el país sabe del ataque de pánico que tuvo Vivi hace unas horas, después de todo sucedió en frente de cientos de personas.
Cuando llegan al salón, Cobra la está esperando. El rostro del hombre está lleno de preocupación y dolor, pero es Pell el primero que se acerca a la princesa para interrogarla.
—¿Cuánto tiempo lleva sucediendo esto? —pregunta directo al grano.
Vivi juega con su brazalete de oro distraídamente mientras responde.
—Ha sucedido un par de veces.
Nadie responde. La adolescente mira hacia arriba para encontrar las miradas severas de los hombres frente a ella.
—¿Es eso cierto, princesa? —pregunta Chaka con voz firme pero suave.
Ella inhala con fuerza. —No... No lo es.
—¿Entonces?
—Lleva sucediendo desde la primera vez que... —hace una pausa durante unos segundos. Su mano va inconscientemente a su muñeca, el lugar en el que su amigo dibujó la equis que significó todo para ella— Desde la primera vez que asesinaron a alguien frente a mí —admite.
Terracotta jadea con horror tras ella. El rostro de su padre se suaviza mientras le pasa un brazo por los hombros.
—Por favor, dejadnos —pide Cobra.
—Su majestad...
La objeción de Chaka se silencia cuando el rey lo mira a los ojos. Es una orden, y como tal, todos se apresuran a cumplirla.
—Traeré té —murmura Terracotta para sí misma antes de cerrar la puerta.
En silencio, Cobra empuja suavemente a su hija y la lleva al sillón más cercano al balcón. El rostro de Vivi comienza a recuperar color al sentarse al fin. Ella mira a su padre con ojos cansados pero atentos. Su mirada está fija en el cuerpo de su padre mientras se sienta a su lado pero su mente nunca deja la vigilancia constante con la que se ha acostumbrado a vivir. El rey suspira suavemente antes de mirar a la niña.
