4. Experto

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—Con que te gusta el chocolate, ¿cierto? —Así me saludaba Adam todos los días desde que descubrió a Marcus en el departamento (a pesar de que Marcus decidió no ser parte del círculo vicioso de Marie y no había vuelto a verlo desde entonces).

Pretendí no escucharlo y continué con mi labor de pulir y limpiar el vacío mostrador del restaurante; tenía puesto mi nuevo uniforme de "chica/mujerzuela del futuro" que Cliff había mandado a hacer desde su colección personal de diseños. Todo el traje en sí era plastificado y de brillantes colores plateados. Ninguno lograba llegar hasta las rodillas, con suerte y cubrían una parte del muslo.

—¿Qué harás después de tu turno, chocolatito? —Ese era Adam de nuevo—. Sabes que no me puedes ignorar para siempre.

Resoplé.

Fijé mis ojos en los suyos, deseando por más de una vez que hubiera una larga fila de clientes por atender para así ocuparme en algo que no fuera Adam Walker y sus ojos verde selva. Pero en el restaurante se encontraban únicamente la señora canosa que siempre pedía un vaso lleno de jugo de pepinillos, y Mirna, comiendo chuletas de puerco, lanzándole miradas no muy discretas (y algo lascivas) a Cliff.

—Después del trabajo estoy muy ocupada —dije regresando la vista hacia el mostrador demasiado pulido. En vez de seguir encerándolo, alargué la mano y tomé una de las revistas de escándalos que Rita siempre cargaba consigo, traté de enfocarme en leer más allá del título. Ni siquiera me llamaba la atención pero pretendí estar emocionadísima e inmersa leyendo sobre la nueva adopción que hizo Angelina Jolie.

Oh, mira, esta vez ella adoptó a un bebé húngaro.

—¿Saldrás más tarde con Chocolator?

—¿Por qué? ¿Te importa? —dije en un tono amargo.

—Hmmm...

—¿Qué pasó con Marie? Sácala a pasear.

—¿También quieres que le ponga una correa y le dé un premio cada vez que orine en su caja de arena?

—Los gatos orinan en cajas de arena. Los perros mean en donde se les dé la gana —lo corregí.

—Como que alguien anda amargado, ¿no?

—¿En serio? No me di cuenta.

Pasé a la siguiente hoja de la revista.

Un enorme y llamativo anuncio publicitario de "Madame Cecile resuelve sus problemas" llamó mi atención: una mujer con ojos cafés demasiado delineados, las uñas pintadas de un tono rojo chillón, y un colorido turbante en la cabeza. Prometía el amor eterno o la devolución de su dinero.

No.Puedo.Creerlo.

¡Yo conocía a esa mujer!

—Ya sé lo que haré después de mi turno —le dije a Adam.

—¿Qué?

—Iré a ver a mi madre.

******

—¡Pastelito de calabaza, viniste a verme! —chilló mamá cuando me vio aparecer frente a su puerta.

Tal y como en el anuncio, tenía sus largas uñas pintadas de rojo y sus ojos extremadamente delineados de negro. Usaba una túnica de colores, le llegaba hasta los tobillos.

Me apretó con fuerza, lo que hizo que las múltiples pulseras en sus brazos chocaran entre sí, provocando una ola de ruido, y plasmó un sonoro beso en mi mejilla.

Prohibido Enamorarse de Adam Walker ***PRÓXIMAMENTE EN LIBRERÍAS***Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ