Capítulo 3: Fiesta, música y problemas.

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— ¿Qué haces ahí tirada? Mira la hora que es. ¿Acaso piensas faltar a la práctica? Todas te estamos esperando. — el rostro enojado de Lydia se asomó en la cocina, luciendo su brillante pelo rubio en una coleta, con unos jeans y una camisa suelta celeste.

Siempre me había gustado su elección de prendas, tenía buen ojo.

— Lo siento, hoy no podré ir. — suspiré con pesadumbre, levantándome y quedando a su altura. Aiden tuvo que replicar la acción. — diles a las chicas que fue un pequeño imprevisto, prometo estar en la próxima. — supliqué apenada.

— ¿Qué imprevisto? Harper, se vienen las finales y tú no pareces estar comprometida con esto. — renegó apretando su mandíbula, creando una expresión aún más seria de la que tenía.

Yo rodé los ojos resoplando y alcé mi muñeca señalándole las esposas que nos conectaban a Aiden y a mí.

— Oh. — musitó relajando su cara. — ¿Cómo...

— Es una larga historia. Solo tengo que resolver unas cosas y estaré de vuelta. Mientras tanto, alguien puede reemplazarme, aunque es difícil encontrar chicas que sean igual de buenas. — sugerí reflexiva, recibiendo una irónica risa de Aiden.

— Pero, ¿no quisieran quitarse eso primero? — preguntó dándonos una mirada hostil como si de algo repulsivo se tratara.

— Oh créeme, si supiera cómo, ya lo habría hecho hace un largo rato. — respondió esta vez Aiden, ganándose una mirada de mi parte.

— Yo conozco a alguien que podría ayudarles. — sugirió la rubia haciéndonos sobresaltar esperanzados.

— ¿En serio? — dijimos al unísono.

— Si. Les daré su dirección, yo tengo que ir al entrenamiento, pero ustedes díganle que van de mi parte. — dijo esto último tomando un papel cercano y anotando unas cosas allí. — ahí está. Vayan con cuidado y salgan al instante de haberse quitado esas cosas. — advirtió con un amenazante tono.

— ¿Con cuidado? No creo que sea para tanto. — me reí por su clara exageración.

— Ya verán. — exclamó burlona antes de salir de vuelta por la puerta.

¿De qué tanto hablaba? Igualmente, no podíamos salir pues nos tenían vigilados y eso de ir a la policía, fue ya bastante arriesgado. Aunque seguíamos sin poder encontrar algún rastro o prueba de que si estuvieran vigilándonos. Lo más seguro es quedarnos quietos y pensar en cómo resolver las cosas.

Si. Eso es lo mejor.

*

— Harper, ¿te das cuenta de lo que estamos haciendo? — preguntó Aiden, con ese tono burlón que tanto me irritaba, mientras iba abriendo las puertas del auto.

Intentaba hacerme creer que mis ideas eran descabelladas y torpes solo por querer hacerlo todo solo, no era justo. No fue sino hasta la noche, que logré convencerlo de que no deberíamos perder esta oportunidad.

— Si. Ya salimos una vez, no creo que importe otra. — respondí obvia.

Entramos en el auto, sin tantas dificultades como antes y yo comencé a manejar emocionada, hacia el destino que Lydia nos había dado.

— Así que... ¿practicas un deporte? — inquirió el pelinegro con su atención en la ventana, pero mirándome de reojo.

— Si. Voleibol. Me gusta mucho. Estaba muy feliz por ir a las nacionales, pero... pasó esto. — suspiré desanimada.

Llevaba en el voleibol hace varios años. Una amiga fue la que me dio la idea de entrar al deporte. Sabía que un deporte le ayudaría a mi cuerpo y a mi salud así que elegí el único que me llamó la atención. Conocí a muchas chicas allí y me gustó tener una manera de desahogar mi estrés, aunque era triste que no pudiera jugar en tacones.

Prometo Amarte [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora