I

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Después de no sé cuánto tiempo ha pasado pero me han utilizado como sanadora e incluso tuve que matar a una persona inocente, me sentía horrible. Cada vez que veía sangre vomitaba, la persona que maté me suplicó con lágrimas en los ojos que no lo hiciera, aún así lo hice. Debería haberme dejado matar en su lugar, pero sería en vano, ambos moriríamos igual...

Era de noche, estoy caminando por un inmenso bosque. La luna llena me guiaba, no sé cuántos días llevaba con ellos. Pero aprendí cuando se dormían y quién se quedaba de guardia. No fue fácil pero por fin pude escapar. Caminé, caminé, caminé. Encontré una carretera, estaba tan cansada. La noche era demasiado fría, un coche pasó por esa sola carretera. Una pareja de ancianos. Hice señas con mi cuerpo y mis manos, gracias a Dios esté paró. Me abrieron las puertas, entré en la parte de atrás.

— Dios santo chiquilla, ¿qué te ocurrió?— tal vez tengo un mal aspecto, la señora que iba de copiloto me pasó su manta—. Cúbrete mi niña— empecé a llorar.

—Mu- Muchas gracias de verdad— dije con la voz quebrada—, yo no sé cuándo tiempo estuve secuestrada, ¿podrían llevarme a Musutafu o cerca de Tokio?— ambos parecían muy sorprendidos.

—¿Te gustaría llamar a alguien? Aunque es muy tarde no sé si alguien te conteste— el anciano me propuso y acepté. Ahora que lo pienso...un teléfono que me sepa...

—Muchas gracias— mis lágrima dejaban de caer poco a poco. Marqué el número, sonaba y sonaba. Cuando me di por vencida contestó.

¿Aizawa?

¿Quién mierda es tan tarde

Aclaré mi garganta.

Aizawa soy Aoi...

¿A-Aoi? ¿De verdad eres tú?

Su voz ya no era la misma.

Sí logré escapar, una pareja muy amable de ancianos me está llevando. Tokio.

No me jodas, he estado tanto tiempo buscándote. ¿Dónde estás hora?

No tengo idea, él anciano me dijo que llegaremos al amanecer. Me dejaran en la entrada del metro.

Iré a recogerte, ¿vale?

Sí, gracias. Tenía muchas ganas de verte.

Mantén el contacto.

Está bien, colgaré.

Colgué sin más, y agradecí nuevamente a los ancianos. Me ofrecieron que durmiera en el trayecto pero lo rechace, estaba tan nervios y ansiosa que no podía dormir. Pregunté donde estábamos y me dijeron que muy lejos, tuve mucha suerte de que ellos volvieran de vacaciones en la montaña. Nadie iba de vacaciones en esa época. Poco a poco fui viendo los edificios, estábamos llegando. El sol iba saliendo y mis ojos por fin pudieron ver la luz del día.

Llegamos a la estación de metro, bajé del coche agradeciendo a los ancianos. Puse mi mano derecha en la cabeza de la señora y la izquierda en la del señor, no detecté enfermedades serias pero curé las pocas que tenían como un pequeño agradecimiento.
Me despedí y agradecí por décima vez antes de darme la vuelta y visualizar a Shota en la boca de metro. Corrí hacia el con mis largas ropas y le abracé, él me recibió con los brazos abiertos.

Todavía te amo pesado [Aizawa Shota]  Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora