Buenos días, Patrón.

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Estaba parado firme como soldado, su compañero igual de nuevo que él le miró y sonrió.

—Tranquilo hombre, relájate. Aquí no nomás es disciplina, al Patrón también le importa que chambiemos duro.—Habló dando una palmada a la espalda de este.

Él sonrió y asintió relajando el cuerpo, ni sabe qué es "chambiemos" pero suena algo bueno.

—Si, tienes razón.

Recapitular cómo llegó allí es toda una estupidez; 5 meses regresando a la rutina de soltero, las horas de sueño hechas mierdas, alimentación poco constante, como ella lo tenía casi y lo llega a engordar como toda latina con lo que le cocinaba diario.

No tenía que preocuparse por nadie mas que su perro, ya no había sentido visitar la oficina de RR. HH. y hasta se sentía la comisaría vacía y sin color, como siempre. Pero igual ya no la recurría demasiado.

Ya no tiene a nadie de plano, su fiel compañero en coma, sus dos hijos postizos perdidos y un buen amigo igual perdido haciendo su vida. Sólo sabe menos de la mitad de Michelle, le dio la dirección de este lugar y desapareció. Él también lo hizo y aquí está.

—Pero tranquilo, Kevin ¿cierto?

Volvió a asentir.

—Kevin T- Quintero.

Se trabó por idiota, esto no es el mismo norte que cree.

—Alberto Jiménez.—Extendió su mano para estrecharla.

Correspondió el saludo y en breves salió Antonio con esa sonrisa para contagiar pero apenas Jack lo vio trató de disimular su mala cara natural.

—Buenos días señores, un gusto verlos ya.—Saludó estrechando su mano con los dos.—¿Cómo andamos?

—Bien.—Respondió Alberto primero.

Jack respondió igual pero más bajo.

La mirada de Antonio se centró en él por la intriga pero lo dejó pasar, solamente se tomó el tiempo de examinarlo y después a Alberto.

—Bueno, si me permiten un ratito más que viene la patrona también y ya comenzamos a ver qué trabajos tenemos para ustedes.

Ambos asintieron, la sonrisa amigable de este no se borraba, era lo especial y Jack ya comenzaba a compararse con él.

En breves salió Isabel de la puerta principal captando la atención de los tres.

—Perdón, Haide me tenía ahí platicando.—Habló dirigida a Antonio.

Él extendió su brazo para recibirla y dejarla de pie junto a él. Ella al ver a ambos sonrió dando los buenos días.

Jack estaba en blanco que ni habló, nomás asintió como saludo.
Verla otra vez era como si el mundo comienza a caerse en pedazos, el sonido no existe y esa luz irradia en ella como esa vez que llegó a comisaría para reclamar su amor frente a todos aunque ese amor fue a escondidas en los pasillos. Era esa señal que dejaba todo claro.
Ni siquiera siente las piernas y si mueve algún músculo es capaz de caer al suelo.

Nuevamente parece que está viendo a Julia, eso es lo que le importa.

—Ella es Isabel, la mera dueña de estas tierras.—Rodeó su brazo en ella matando la sonrisa interna de Jack.

—Un gusto Señorita.—Dijo finalmente.

—A sus órdenes.—Siguió Alberto.

—Mucho gusto señores pero el que está a cargo aquí es Antonio.

—Pero la última palabra la tiene Isabel, a ella también se le puede consultar lo que necesiten si la llegan a ver por ahí. Ahora vamos por acá por favor.

Señaló caminando primero junto a Isabel.

—¿Qué haces? Yo no sé nada de la hacienda, Antonio.—Habló por lo bajo.

—Si sabes.—Defendió obvio.—Tu papá te preparó para esto y yo voy a estar aquí para ayudarte, así que no te preocupes.—Aseguró aprovechando que rodeaba su brazo en ella para reforzar el abrazo y la acercó depositando un beso sobre su cabeza.

A Jack le ardía la sangre tener que ver esa escena frente a él.

De verdad lo ha superado así de fácil.

Para esto esperó 5 infernales meses. Ya lo perdió todo en Los Santos, era el momento perfecto para venir y recuperar a su mujer y bebé, del cuál aún no sabe lo que es.

¿La ve feliz? ¿Está feliz?

Realmente no, se ve cansada, su sonrisa es falsa.
Debe ser el embarazo, ya son 7 meses, no falta mucho.

Él la ha visto en todos sus modos, nota el maquillaje, capaz y cualquiera también lo ve pero al menos él se fija en las ojeras marcadas en sus ojos y una sombra café para disimular los párpados hinchados, ella no usa ese color normalmente, allá siempre antes de dormir hacía un mentado ritual de mascarillas y ciertas semanas también para el cabello. Aquí parece que ha perdido la costumbre, no se ve igual de radiante que antes, está jodida pero no tanto a comparación de él, sólo es así en sus ojos, para los demás es una jovencita radiante y preciosa bendecida con la maternidad.

Antonio e Isabel intercambiaron sus números de teléfono con ambos en caso de que necesiten algo y en parte fue un recordatorio de que ahora Isabel debe agendar a los demás trabajadores.

—¿Me repite su nombre, señor?—Habló a Jack, el cuál se quedaba en blanco unas cuantas veces con el temor y duda de que si le reconocerá.

Tiene una barba y bigote que le quiere cubrir todo lo posible, no puede hacerlo. Además de que es bueno pretendiendo una nueva voz.

—Kevin Quintero.

Ella asintió terminando de escribirlo y guardarlo.

No, no le conoce de nada, ya lo habría visto raro pero pasa de él sin ningún problema.

¿Ahora cuál es el plan?
Sacarle a Antonio de encima por si acaso.

Podrido🥀; la Rosa marchitó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora