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POV. Abraham

—Lo arruiné todo —sollozó Willow de nuevo, llevándose las manos a la cara y desmoronándose en un llanto profundo y doloroso—. Jamás va a perdonarnos.

La envolví con un brazo y la recargué en mi hombro en un intento por tranquilizarla. Me sentía igual de dolido y confundido que ella, pero me mantuve neutro, no quería agregarle más carga a su estado.

—Sólo necesita tiempo —traté de animarla, pasando la mano por su espalda en una caricia de apoyo—. Somos amigos, terminará entendiéndolo.

Estábamos en mi habitación, sentados al borde de mi cama. Ella había venido en cuanto terminó de discutir con Dalilah después de que también lo hiciera con Aranza. Se veía realmente mal. Ambas estaban furiosas con ella, más interesadas en el caprichoso egoísmo de Aranza, que en lo que nosotros sentíamos.

Me pesaba muchísimo pensar así de mal de Aranza, es mi mejor amiga y tenía que comprenderla también, pero no había manera de evadir la verdad. Más me dolía lo que nos estaban haciendo.

—Eso ni tú te lo crees —debatió Will en un impulso de enojo, apartándose un poco de mí. No sé si fue para alejarse de mi toque o para verme a la cara, lo que fuera, me preocupó.

Suspiré y me mantuve igual de quieto.

—Aranza te quiere, eres su mejor amiga, no botará toda su amistad por este malentendido.

Así veía esto, como un malentendido muy injusto que estaba acabando con nosotros.

Willow se limpió las lágrimas con rudeza y tomó mucho aire, tenía los ojos muy hinchados y rojos, llevaba llorando y lamentándose por más de dos horas. Me partía el corazón verla pasando por esto, tratamos de evitarlo por mucho tiempo, pero ahora que estábamos aquí, no sabíamos cómo salir. Este asunto era cosa de tres, cada uno tenía su propia versión y, de cierto modo, algo de razón.

Aranza tenía razones para molestarse por no haber sido honestos con ella desde un principio (lo cual entiendo y lamento mucho), Willow sabía de los sentimientos de Aranza, pero aun así aceptó que ella también me quería desde hace tiempo, y yo estaba en medio, con la responsabilidad de los sentimientos de Aranza y con Willow metida en mi corazón.

Ambos nos queríamos, pero nuestra moral de amigos nos lo hacía sentir incorrecto.

Willow bufó por lo alto e hizo una mueca.

—Sí, soy su estúpida mejor amiga que se enamoró del chico al que ella quiso primero —frunció el ceño y se miró las manos con frustración—. Ella tiene razón en odiarme.

—Ya te dije que yo no soy de su propiedad —una extraña impotencia me revolvió el estómago y mi cara lo demostró. No me gustaba nada el rumbo que estaba tomando todo esto—. La quiero muchísimo, claro que sí, pero nunca a pasado de eso, de un cariño de hermanos. Jamás podré corresponderle y eso no me obliga a no poder estar contigo, la chica que siempre ha estado en mi cabeza.

Lo último me salió en un tono más bajo, casi contraído, como si decirlo entre toda esta situación fuese un pecado muy grave. No tenía sentido, no debería ser así.

Mis palabras no fueron de gran ayuda.

—Pero yo sí sabía que tú estabas en la de ella —murmuró en un hilo de voz, volviendo a empapársele el rostro en lágrimas.

A pesar de lo que creían Aranza y Dalilah, Willow no era ninguna traicionera. Ella era muchas cosas, pero jamás la mala película que armaron ellas dos.

En un inicio, cuando los cuatro terminamos nuestro último año de colegio, fue cuando le dije a Willow que me gustaba. Era algo que había tenido atascado durante bastante tiempo, pero que me daba miedo aceptar y que por fin había reunido la valentía de decirlo. Para mi desgracia, ella no dudó en rechazarme. Fue duro, pero supe controlarme. A partir de ahí fue muy difícil sobrellevar nuestra amistad, pero ninguno de los dos dijimos nada al respecto, como si nunca hubiese pasado nada.

Irresistible tentación © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora