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Si Rosalind describiera la extraña actitud que James había tenido todo el día, diría que era malísimo mintiendo. Y es que cada vez que le preguntaba a donde corría desesperado, él decía que era algo de quidditch y huía.

Era obvio que algo le ocultaba.

Pero en realidad no estaba preocupada por eso, Rosalind ya suponía que era algo relacionado a su cumpleaños. Sirius, Peter y Remus acompañaban casualmente a James y las pocas veces que se los cruzaba, huían en otra dirección, con miedo a contarle a Rosalind sobre su fiesta sorpresa.

—¿Que crees que estén planeando?—Preguntó a Lily.

La pelirroja suspiró y rodó los ojos.—No lo se, pero algo de lo que estoy segura es que mienten horrible.

Rosalind río y asintió, de acuerdo con Lily, se acomodó nuevamente en su cama y fue cuando vió el regalo de Remus todavía empaquetado que recordó que debía abrirlo.
Bajo la atenta mirada de Lily, Rosalind abrió con cuidado el papel y sonrió enormemente cuando vió de que se trataba.

—¡Ay por Dios!—Gritó. Lily saltó en su lugar por el susto.—¡Lilian, mira esto!

La pelirroja se levantó de su lugar y le mostró el pedazo de papel plastificado, en el había una ilustración de una estrella ubicada entre las constelaciones Perseo y Cassiopea que, según el papel, tenía el nombre de Rosalind.

—¿Le puso tu nombre a una estrella? ¡Que tierno!—Lily tomó el papel entre sus manos y vió que Rosalind tenía la vista perdida en la pared y una sonrisa enorme. Se levantó cuando vió algo más envuelto entre el papel.—¿Y esto?

De allí sacó dos libros bastante pesados, nuevos y de autores muggles reconocidos. Luego tomó entre sus manos un cuaderno de cuero de dragón violeta que traía un listón verde y una pluma negra.

La cara de Rosalind era toda una historia, su sonrisa era tan grande que Lily se preocupó porque luego le dolerían las mejillas. Sus ojos, más abiertos de lo normal, estaban brillosos y si te acercabas lo suficiente podrías ver unas pequeñas gotas que luchaban escurrirse por entre sus pestañas.

—Esto es perfecto.—Susurró.

Lily río cortamente y abrazó a su hermana por los hombros.—Remus hizo bien su trabajo, ¿No crees?

En otra parte del castillo, particularmente en la Sala de Menesteres, los merodeadores y Greta Vanderlod decoraban con sus varitas la gran habitación. Habían varias mesas ubicadas a lo largo del salón, y algunas botellas de alcohol esperando a ser bebidas por adolescentes hormonales.

—¡Oh esto está divino!—Exclamó la peli azul.

Los colores predominantes eran el rojo, violeta y verde. Los colores preferidos de las cumpleañeras y el rojo atrayente de Gryffindor.

𝐋 𝐎 𝐕 𝐄 𝐑  « Remus Lupin »Where stories live. Discover now