Capítulo 6

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Zona espacial interplanetaria, galaxia de Rianba, 72 horas antes de la colisión.

Para el capitán Gur no resultó nada difícil de creer que una pareja de ancianos nauvi se negase a abandonar Sega, incluso estando el planeta al borde de una debacle. Aun así, fue dolorosa de ver la agonía reflejada en el rostro de Cass Dysan cuando sus padres rechazaron la oferta que su hija les hacía para salvar sus vidas.

«Somos de Sega y para Sega», había dicho la madre con los ojos llenos de dolor, pero el corazón repleto de paz. «Tú encontraste tu destino en las estrellas, nosotros tenemos el nuestro aquí».

Noha sabía que lo más prudente y respetuoso hubiese sido permitir que la pirata hablase con su familia en privado, pero el alto mando, a cargo del general Fildhel, insistió en que al menos Gur y su segunda en la línea estuviesen presentes durante la conversación para evitar futuras complicaciones en las que ya se había visto enredada la corsaria en el pasado. A Dysan no le gustó la idea, pero nada de lo que pensaba decir era un secreto, así que lo permitió.

Ahora, con la confirmación de un asteroide lo suficientemente grande como para provocar la extinción de su raza rumbo a su hogar, y una pirata con una crisis existencial a bordo del Eluce, el comandante Gur lidiaba con el siguiente paso a seguir. La orden por parte de Fildhel fue clara. Noha debía tramitar la libertad del primer ministro de Nandup como prioridad inmediata y mantener en reserva, y bajo la etiqueta de "clasificada", toda información relacionada con la próxima catástrofe que amenazaba a su especie. Como el soldado que era debía guardar silencio y esperar por instrucciones. No obstante, el escaso lapso de setenta y dos horas que los astrónomos en la Base calculaban para la colisión lo tenía más que consternado. ¿Cómo salvar un planeta de la extinción inminente en solo tres días?

Por fortuna, y contra todo pronóstico, el primer tramo de sus instrucciones fue sencillo de cumplir. Dysan quedó tan abatida tras la videoconferencia con sus padres que no se negó a liberar al diplomático que retenía contra su voluntad en la bodega del Cuervo Negro, o no se enteró del todo de que lo estaba liberando, eso era lo más probable. Sin embargo, ¿qué sentido hubiese tenido negarse cuando el objetivo de su secuestro, traer a su familia junto a ella y mantenerla a salvo, se había desmoronado frente a sus ojos como un castillo de naipes? Como fuere, Noha aún tenía una delincuente a bordo y al fantasma del Cuervo, y su tripulación, pisándoles los talones.

—¡Tenemos que evacuar Sega, Gur! —exigía Cassian instalada frente al comandante en la sala de mando, varios oficiales a bordo del Eluce, la teniente Odod incluida, se encontraban con él también. ¿Quién había autorizado a Dysan para estar presente en una reunión oficial? Noha no estaba seguro y no tenía tiempo de pensar en ello. Lo que sí sabía era que sería más sencillo escucharla que extraerla por la fuerza. Cass Dysan siempre tenía más de una carta bajo la manga—. ¡Tú sabes bien que no encontrarán la forma de desviar el asteroide en solo tres días! ¿Vas a dejarlos morir? ¡Tu esposa está en ese planeta, maldito androide sin sentimientos!

Noha no era una mente científica, pero era un militar experimentado y entendía bien la situación. Había visto ese escenario repetirse en otras galaxias más veces de las que habría deseado. No existía forma viable de deshacerse de ese asteroide en tan poco tiempo, así que, de momento e intentando ignorar los chillidos de Cass Dysan, que apenas y lo dejaban escuchar sus pensamientos, procuraba decidir qué posición tomar. ¿Debía seguir sus órdenes y esperar por una solución que nunca llegaría?, o era su verdadero deber salvar a cuantas personas pudiese en el corto tiempo que duraría su rebelión si decidía ignorar las instrucciones explícitas de sus superiores.

—No podemos evacuar un planeta entero en tres días —murmuró analítico, con la frialdad que lo caracterizaba en los momentos de presión y que le había permitido llegar hasta donde estaba. Sus ojos en las estrellas a través de la escotilla panorámica en la cabina de mando—. Entrarán en pánico, solo habrá anarquía. ¿En qué transporte cabrían tres mil millones de personas?, ¿hacia dónde nos dirigiríamos después? No los salvaré solo para dejarlos morir en el espacio.

En mi planeta © (Pronto en físico) Where stories live. Discover now