Who Are You? (19)

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Sofya estaba comenzando a desesperarse. Llevaba días buscando por cielo, mar y tierra a sus hijos, sin ningún resultado. Todos intentaban tranquilizarla y hacer que se alimentara y durmiera de forma correcta, pero nadie podía lograrlo, ni siquiera Jack.
Ella había estado teniendo ataques de ansiedad en cuanto entraba a las habitaciones de los pequeños o recordaba algo que solían hacer juntos, pero para sus suerte su novio siempre estaba allí para ella, para calmarla.

- Sé que es difícil para ti, para mí también lo es. Pero debes confiar en que los encontraremos y no les harán nada. Juntos los hallaremos, solo debes darle tiempo al tiempo.

- ¡¿Darle tiempo al tiempo?! No puedo estar sin ellos un solo segundo más. Para ti es fácil decirlo, viviste así diez jodidos años. Ahora no puedes llegar como si nada y decirme que debo esperar, cuando mis hijos fueron mi única esperanza por seis putos años. No seas hipócrita - reprochó la castaña conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.

Él la miró asombrado y agachó su cabeza, comenzó a caminar hacia las escaleras y, tan rápido como pudo, salió de la casa.
Sofya se arrepintió de haber dicho eso en el momento que lo vio alejarse apresuradamente. Se dejó caer de rodillas en el suelo y apoyó su espalda en la pared del pasillo. Cubrió su cara con sus manos y se permitió llorar desconsoladamente.

Luego de unos cuantos minutos escuchó su móvil sonar, pero lo ignoró completamente. También le llegó el sonido de una notificación, un mensaje.
Sonó por quinta vez y ya molesta por el tono lo cogió.

- ¡Sof, por fin!

- ¿Mich, qué pasó?

- ¿Has estado llorando?

- Derrick ha escrito a Horacio... - se escuchó decir a Gustabo.

- ¿Cómo ha obtenido su número? - preguntó extrañada, levantándose del suelo y secándose de sus lágrimas.

- Eso no importa. El punto es que su amigo le ha dicho que alguien con una máscara de calavera le compró unas cuantas AP's y francos. Se fue hacia el norte - continuó, ignorando la pregunta de la chica, el rubio.

- Ya veo, voy para la sede, nos vemos allí.

¦---¦

Subió las escaleras rápidamente y abrió la puerta de su oficina. Todos estaban allí hablando.
Jack la miró y desvió sus ojos casi al instante.
El resto la miraron con una sonrisa tranquila.
A ella le llamó la atención que Gustabo y Greco estuvieran tomados de la mano, pero, alegre por ellos, les
dedico una sonrisa y un giño con su ojo derecho.

- Estamos discutiendo lo que nos ha dicho Derrick, ¿qué crees que deberíamos hacer? - explicó Michelle, cruzada de brazos.

- Vale, deberíamos peinar todo el norte. No veo otra opción la verdad - respondió ella, acercándose al escritorio y apoyando allí sus manos.

- ¿Solo eso se le ocurre a la jefa del FBI? - se burló Jack, levantando una ceja.

- ¿Y a ti qué se te ocurre, ex-superintendente? - dijo de la misma forma Sofya.

- Vamos por ese parguela, el amigo del gilipollas este, y lo troturamos hasta que cante algo, que nos dé un número de contacto o algún nombre.

- Que lástima que ya no seas el que manda. Y como te dije los primeros días: Si yo no te digo que hagas algo, no lo haces, si no te doy permiso tampoco. Así que deja de decir gilipolleces y haz lo que yo te ordene - encaró ella, dejando su cara a escasos centímetros del rostro del mayor. Él solo gruñó y se dejó caer en la silla.

We All Can Heal - Jack Conway Where stories live. Discover now