Salmos 144:8

1.2K 122 35
                                    

"Cuya boca habla falsedad y cuya diestra es diestra de mentira".






Tweek tuvo que asistir con mucha más regularidad a la iglesia, ante la vista ajena era el nuevo aprendiz del recinto. Lo que nadie sabía, era que detrás de esas paredes, a partir de cierta hora, en vez de escucharse los cálidos y dulces cantos religiosos, los gemidos y suplicas de un muchacho era lo único que se podía oír.

Llevaban meses teniendo relaciones donde fuera, habían empezado en los confesionarios, nunca supieron como terminaron en el jardín, pasando por casi toda la iglesia, incluso el campanario. Con el pasar del tiempo, ambos iban agarrando más resistencia, ya no solo era una, ni dos, a veces llegaban hasta cuatro 'rondas', dejándolos exhaustos.

Ese día Tweek andaba aburrido como de costumbre. La iglesia permanecía vacía, era miércoles, ombligo de semana, casi nadie iba. Craig seguía instruyendo al berrinchudo joven, el cual alegaba era no tenía que aprender nada, ya que solo fingía ser su aprendiz, pero Craig no dejaba de ser un devoto Pastor.

Tweek comenzó a molestar a Craig, le mordía la oreja cuando este estaba distraído leyendo las finanzas de la iglesia. Craig solo ponía su mano extendida en el rostro del rubio y empujaba su cara lejos, recibiendo un bufido como respuesta. Tweek incluso se sentó en el regazo de Craig para provocarlo, pero este no cedía, alegaba que la iglesia estaba abierta y si alguien entraba estaban muertos, literalmente.

La paciencia de Tweek se colmó, tomó rápido una de las hojas que Craig estaba leyendo, salió corriendo tan rápido como su túnica se lo permitió, iban a jugar a las escondidas a fuerzas.

Craig no fue tan rápido, cuando se asomó al pasillo no vio presencia alguna del blondo, suspiró cansando, sabía que Tweek necesitaba atención, pero parecía un niño a veces, eso que el menor seguía diciendo que ya era mayor para ciertos tratos. Caminaba de forma lenta, revisando las habitaciones, de vez en cuando hablándole a Tweek.

-Si me das lo que tomaste, ya no te voy a ignorar, vamos Tweek.- Decía paseándose por el imperturbable silencio que reinaba en el lugar. Los minutos seguían transcurriendo, pero seguía sin ver señales del rubio. Incluso llegó a pensar que se había ido del lugar, cansado y fastidiado, revisó el último lugar de la iglesia, el almacén. Era de fácil acceso, puesto que este se encontraba en la primera salida al jardín. Tomó el picaporte, abriéndolo sin mucha esperanza, pero esta habitación si tenía algo diferente a las otras, había alguien, pero no era Tweek, era una monja, al menos vestía las ropas de una.

-Disculpe hermana, ¿qué hace aquí? Nadie me avisó de su presencia, ¿se perdió?- Preguntó acercándose lentamente, ya que, la 'hermana' estaba arrodillada de espaldas a él, Craig creyó oírla rezar por lo bajo, tocó con suavidad el hombre de la mujer frente a él. Casi se desmaya del susto cuando esta volteó con una sonrisa ladina. Era Tweek... vestido de monja.

-¡Dios me tenga en su gloria! ¡¿Qué haces vestido así?! Quítate eso en seguida, ¿qué tal si alguien más te veía? ¡Te meterías en grandes problemas!- Regañaba al rubio que no dejaba de verle en la misma posición.-Levántate y quitate eso, de paso dame lo que hurtaste.

-Oh, Pastor Craig, que bueno que lo encuentro, quería saber si podía ayudarme con algo.- Habló fingiendo la voz para sonar como una mujer-

-Tweek deja de jugar, ya vámonos.- Exclamó dándose la vuelta para salir de ahí, pero su salida se vio interrumpida cuando Tweek lo tacleó por la espalda sin temor a lastimarlo.- ¿Qué te pasa? ¿qué tal si me descalabro o yo qué sé?

CATAMITE // CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora