Epílogo

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Yibo esta consiente del gran dolor que Xiao Zhan está sufriendo. Puede verlo en sus ojos y él también esta consiente en que, realmente, tiene que dejar a sus amantes de lado de una vez por todas.

No ha sido difícil, sin embargo, porque lo ha hecho. Ama a Zhan, está completamente seguro, y quiere hacer las cosas bien. Es por eso que de camino a casa compra un ramo de flores; las favoritas de Xiao Zhan. Esta dispuesto a remediar cualquier cosa, separarse del pelicastaño es lo último que quiere y admite que cuando su esposo le mostró los papeles del divorcio sintió un gran hueco en el estómago.

¿Aquello era lo que relacionaban con tener miedo? Yibo creía que si, porque la sola idea de su ojiavellana alejándose de él, le quemaba el alma y le desgarraba el corazón.

Con una sonrisa bajo del auto. Las luces de la casa estaban totalmente apagadas y aquello lo hizo fruncir el ceño. Quizo creer que Xiao Zhan dormía, como siempre lo hacía antes de que él regresará del trabajo,entonces Yibo lo despertaba con dulces besos y suaves caricias, y ambos preparaban la cena y comían entre risas. Claro que aquello había quedado atrás hace demasiado tiempo, y Yibo negó decepcionado de sí mismo. Porque aquellos momentos debieron ser más apreciados.

Todo estaba silencioso cuando entró, y una corriente de un sentimiento bastante conocido le recorrió la espina dorsal. Miedo.

Porque no había sonido alguno y Xiao Zhan no estaba en ningún lado.

El baño estaba vacío.

La cocina, vacía.

La sala, completamente sola y oscura.

La habitación, sin rastro alguno del pelicastaño.

Y entonces el pánico atacó a Yibo, quien desesperado comenzó a sacar cajón por cajón de la cómoda de ropa que ambos compartían. Los cajones que solían ser del ojiavellana, vacíos. El armario solo contenía sus propias ropas y entonces su respiración se cortó, volviéndose errática y muy pesada.

Golpea con fuerza la pared lastimandose los nudillos pero el dolor no le importa. Aquel tipo de dolor es totalmente irrelevante en este momento. Porque lo único que puede sentir es el dolor y abandono de su propia alma. El golpe en su corazón como apuñalada a quema ropa. Y duele como el infierno, y las flores caen al piso con un ruido sordo y sus manos sostienen su cabeza, sus dedos perdiéndose entre sus cabellos.

Y quizá fue su culpa, está seguro de que así fue, no va a negarlo. Porque sabe que sería bastante hipócrita de su parte, así que ahí, en silencio y en la oscuridad, sin la compañía de aquellos brazos que siempre lo reconfortaron cuando la mierda sobre sus hombros era demasiada, acepta su error.

Ese maldito error que le costó la perdida de aquello hermosos y pequeños ojos avellana que siempre lo miraban con amor si importar lo estúpido que haya sido. De aquellos rosados y rellenos labios que le encantaba besar. De aquella piel delicadamente palida, suave y dulce. De esa sonrisa que podía calmar tempestades y aquellas carcajadas que podía volver cuerdo hasta al más loco. Lo perdió todo. Y muy tarde es que se había dado cuenta.

Fue cuando encendió la luz de la habitación que los objetos sobre la cama llamaron su atención.

Con las mejillas mojadas y las manos temblorosas toma el primer sobre. Es una carta, y rápidamente reconoce la que es la letra de Xiao Zhan. Rompe el papel con rapidez, y lo que lee hace que sus ojos ardan y la culpa golpee fuertemente su pecho una y otra vez.

Fuck You [w.yb+x.z]Where stories live. Discover now