《33》

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N A R R A
R U S I A

El silencio fue lo que le contesto a mi llamado, provocando que todo mi cuerpo se tense. Deje de lado el hacha y pase a buscarla con la mirada, al principio haciendo un paneo completo por el lugar donde estaba, hasta que vi la cabaña a mis espaldas. Tal vez sintió frío y se fue.

Ella no era una niña tonta, ella sabía cuidarse. Confiaba en que ella sepa cuidarse.

Con eso en mente camine a la cabaña a paso apresurado, abriendo la puerta de forma brusca.

—¡Аргентина!— grite su nombre, con la intensión de que me escuchara por donde sea que se encuentre, en caso de que este en la cabaña, pero al no optener respuesta empecé a buscar por toda la cabaña mientras que seguía gritando su nombre, rogando con que fuese un sueño.

Al no encontrarla el pánico inundó mi pecho, haciendo que corra en dirección al bosque que dijo que iría a ver, gritando su nombre adentrandome unos cuantos pasos, viendo que sus pisadas llegaban hasta cierto punto y desaparecían.
Mi respiración se atascó en mi garganta mientras que la angustia apretaba mi pecho, provocando que la busque de forma más desesperada, gritando que salga y que no era gracioso, pero ella no aparecía, haciendo que me sienta peor y empiece a correr por el bosque,  cubierto de nieve blanquecina, mientras que pequeños copos volvían a caer, haciendo que me desespere, el rastro de sus pisadas se perdería si nevaba.

—¡Аргентина!— grite más fuerte dando vueltas sobre mi propio eje, buscando desesperado su rostro celeste y blanco.

Empecé a gritar sin ninguna coherencia, mientras que las lágrimas se arremolinaban en mis ojos y buscaban  entorpecer mi vista, pero no podía parar, parecía un animal desenfrenado, buscándola por todos lados, hasta mire por los árboles recordando que le gustaba treparlos, todo, todo en busca de algún rastro suyo, con tal de encontrarla arriba de la copa de un árbol burlándose de mi o algo parecido. Podría soportarlo, podría soportar su risa tan estridente y escandalosa, podría aguantar sus burlas, sólo quería que aparezca, porque esto no era gracioso.

Muy pronto me sentía mareado y demasiado angustiado como para gritar, el nudo en mi garganta me lo impedía, quería gritar su nombre, quería encontrarla y estrechar su cuerpo contra el mío, protegiéndola de todo peligro que la aseche, quería que me sonría y trate de quitarme el estúpido gorro que mi padre me dejó, quería que acaricie mi cabello y que me diga que era la madre patria Rusia, que venga a mi cantando una estúpida canción o que me salude con uno de esas estúpidas frases, como "Cuando Rusia nació, el mismo se cortó el cordón umbilical y le dio la nalgada al doctor" o "Cuando Rusia se fue de casa le dijo a su padre 'Ahora tu eres el hombre de la casa'" quería que se siente conmigo a tomar café, a pesar de que era obvio que no le gustaba demasiado y sólo lo hacía para pasar tiempo conmigo, quería todo eso, quería que ella esté conmigo, y no importa cuánto tarde, la iba a encontrar.

¿Dónde estás mi flor invernal?

—'Busquenla! Я не хочу ни одного участка земли без рассмотрения {¡Busquenla! No quiero una sola parcela de tierra sin revisar}— ordene a mis soldados, mientras que les mostraba una foto de ella, y diciendo que los perros debían oler mi ropa, ella aún tenía mi abrigo. Ella lo traía puesto.

Temblaba, no de frío, temblaba de angustia, de miedo a perderla, mientras que Moscú trataba inútilmente de tranquilizarme y decirme que ella estaría bien, pero yo no lo creería hasta que esté delante mío y me diga que quiere que la alce o me pida dormir conmigo porque volvió a tener una pesadilla.

—Вы должны успокоиться, они найдут это {Debes tranquilizarte, la encontrarán}— aseguro Moscú palmeando mi espalda, pero sus palabras no lograban tranquilizarme.

Niños buenos [#C.H 2] |COMPLETA|Where stories live. Discover now