Paciencia

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Llueve. La lluvia repiquetea en las ventanas negras, empapando los pinos. La mirada perdida, Sara se chupa un mechón rubio delante de un Bob Esponja a la carrera. He intentado interesarla en los castillos de naipes. La esencia de un hombre viene definida por el tiempo que es capaz de perder para lograr algo. Por el arte que crea, en vez del que consume. Sus seis años prefieren lo inmediato. Su madre tampoco me entendía. Solo que ella ya no tenía excusa.

No fue muy difícil. Un infarto repentino. Un esposo afligido. Cincuenta centímetros cúbicos de aire en la arteria tibial posterior de un tobillo lleno de varices. Gracias, Wikipedia.

Un cambio de aires. Un lugar más tranquilo. Más apartado. De los abuelos de Sara. De los cuatro. Esperan que vuelva.

Yo también espero.

A que Sara se haga mayor. A que tenga un hijo.

Así podré volver a reunirla con mamá. Cuidar del árbol. Cuando mi nieto crezca lo suficiente.

El arte requiere sacrificio. Crear con paciencia las ramas para luego cortarlas. Yo lo llamo occisión filogenética. Bonsái genealógico.

—¿Puedo ver más dibujos? —pregunta Sara. Mi respuesta ilumina su rostro. Los grilletes ya no le molestan.

Con cuidado, coloco otra carta sobre el cuarto piso del castillo. Mi pulso es firme. Solo tengo treinta y cuatro años.

Si me cuido, tal vez consiga podar hasta mi bisnieto.

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⏰ Última actualización: Feb 13, 2015 ⏰

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