Capítulo 1. El comienzo de una mala jugada.

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Mel se encontraba dormida sobre el hombro del rubio, descansando con tanta tranquilidad que hacía años no había encontrado, no había dolor, no había maldición, no había nada que pudiera detenerla de lo que sentía por la persona que tenía a su lado.

-Volveremos al castillo – comentó Mario hacia el Strife, bajando la voz para evitar despertar a la castaña que los condenó y a la vez, salvó a todos días anteriores – No tarden mucho, ¿Quieren?

-Lo intentaremos – sonaba algo juguetón, tenía una media sonrisa que se mostró en su rostro justamente después de que Mario dijera "tórtolos" como si escupiera con cierto recelo. Sin embargo, Cloud disfrutó del ambiente alejado de los demás, ambos, sentados con los pies y piernas sin ningún tipo de protección, puestos en el lago, oyendo el viento golpear contra el árbol que tapaba los rayos del sol en la hora mágica y el agua que se movía al compás de las olas de aire.

Link los observaba de soslayo, aún intentando dejar ir a Mel, intentando dejar en paz aquel corazón que él había amado desde que eran adolescentes en la aldea Ordon.

Aunque ahora velaba por Zelda, le era difícil tener la idea de que Mel podía irse de su lado para siempre y nunca más volver a verla.

Aunque Mel le repitiera una y otra vez que eso ya no le correspondía decidir a ella, ahora ella tenía en sus manos la decisión de retirarse de Hyrule para siempre con el amargado de su novio.

Pero poco le importaba a Cloud el pensar del Hyliano, él tenía al Suspiro ahora, dormida sobre su hombro, tomando una siesta que jamás había podido tomar en su propio mundo sin poder lamentarse de todo lo que le había costado conseguir, ella le tenía un odio profundo a las Diosas que poco a poco fue cambiando hasta convertirse en una especie de respeto hacia ellas, comprendiendo los movimientos del tablero de ajedrez al cual jugaban los Dioses por encima de ellos.

Habían ganado, en compañía de su nuevo compañero, alguien que no la hizo tener miedo, ni tampoco le prohibió meterse a la pelea, alguien que la apoyó cuando nadie más podía, quien sacrificó mucho y encontró su camino a ella por obra del Destino que estaba siendo escrito por las Diosas de un mundo ajeno a él.

El Strife paseó los dedos por la frente de la castaña, haciéndola sentir una calidez que la recorrió de pies a cabeza, la hizo ronronear de placer, haciéndola acreedora de una pequeña risita del joven que había perdido poco a poco el miedo a tocarla, de lastimarla por sólo su presencia. Ella desafió a Sephiroth, ella logró lo que nadie había logrado hacer en su mundo; interponerse, sobrevivir, vencer.

Debía aprender de ella un poco, así como ella debía aprender de la perseverancia de aquel por traerla de regreso de la muerte.

Se confiaban la vida el uno al otro, sabían que, si uno tenía problemas, el otro vendría a apoyarlo y viceversa.

Poco a poco los dejaron solos, cada uno de los participantes regresaron a sus habitaciones en el castillo de los Hand, ya que, gracias al deseo de Mario aquello era posible, Bayoneta regresaba con una sonrisa maliciosa en el rostro, como si la victoria de saber de que ese par estaba destinado a estar junto fuera una meta ganada en su vida.

Mel, en su letargo, suspiró tan fuertemente que el mover de su pecho por su respiración la hizo abrir los ojos para percatarse de qué había en su alrededor. Se encontró, no sólo con la paz que el ambiente le otorgaba, si no, el silencio de su mente, de su sombra y de Cloud, quien la miraba de soslayo en ocasiones aleatorias, esperando a que ella se moviera por voluntad propia.

-¿Cuánto tiempo estuve dormida? – preguntó con una voz algo ronca y femenina aquella mujer que no despegaba su cabeza del hombro contrario.

-Sólo unas horas – se limitó a contestar el rubio.

AU-SM4SH- Deseo DesastrosoWhere stories live. Discover now