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Se dice que existen dos tipos de personas en el mundo: A las que les gustan las sorpresas y a quienes no.

Pero yo digo que existimos tres:

1) A las que les gustan las sorpresas.
2) A las que no les gustan las sorpresas.
3) A quienes nos gustan o no las sorpresas dependiendo de dónde provengan esas sorpresas. También de quién.

Hace unos años una sorpresa me llevo a la ruina. Me llevo hasta los Estados Unidos y me encerró por años, pero ahora la sorpresa era completamente distinta a aquella. Estaba a kilómetros de parecerse.

Mis manos temblaban, yo temblaba, y sabía que mi corazón temblaba. Ese sentimiento de incertidumbre y anticipación era completamente palpable. Esta vez eran las mariposas en el estómago, esas cosquillas que se te subían por el esófago y te provocaban ganas de vomitar nada.

Porque con Yoongi todo es felicidad, alegría y tranquilidad. Con Yoongi yo no soy yo, cuando me toca, cuando me habla o cuando me besa, cuando lo siento quererme, eso se vuelve todo para mí. Mi tranquilidad y felicidad.

— Puedes abrir los ojos.

Y cuando Yoongi lo dijo mi estómago revoloteo y se sintieron unas cosquillas increíbles, porque estaba confiando completamente en que lo que me esperaba era bueno. Y vaya que lo era.

Mis manos no dejaron de temblar y mi corazón no ceso de latir con insistencia cuando frente a mis ojos, en medio de la sala de estar aún se encontraba el enorme árbol de navidad que Yoongi tenía como adorno, lleno de decoraciones en color blanco y con una estética sumamente cuidada. Debajo, sobresalían cajas, y cajas y más cajas, papeles envoltorios en tonos dorados y con lazos rojos, brillaban tanto debido a la escarcha que tenían algunos de los empaques.

Todo brillaba y yo me sentía exactamente igual que algún niño de cuatro o cinco años que despertaba en navidad con una emoción anticiparte por poder desenvolver cada uno con alegría.

Entonces sin saber exactamente como, yo ya estaba llorando.

— ¿Bebé? ¿Qué pasa?

Yoongi tenía una sonrisa enorme en los labios, podía sentir su corazón vibrar a través de nuestras manos unidas, pero se esfumó en un santiamén cuando se giró a verme y para su sorpresa yo tenía lágrimas en los ojos y hipeaba con constancia, porque este era un llanto realmente sentimental. Sin soltar nuestras manos se acercó a mi, con ese rostro que solo transmitía preocupación, se acerco, me tomo de las mejillas y trató de encontrar mi mirada, pero yo solo podía mantener mis ojos cerrados mientras hipeaba y lloraba una y otra vez. De inmediato tomé sus brazos con mis manos y trataba con todas mis fuerzas calmarme para poder explicarle que en efecto estaba bien, que todo estaba bien. Pero el llanto no paraba.

— Bebé, lo siento, ¿Bien? Si no quieres nada de esto podemos devolverlo. — Y cuando lo dijo Yoongi me abrazo con delicadeza. Sus manos rodearon mi cintura y mis brazos su cuello.

Eso solo estaba confirmando que aquella razón por la que yo lloraba, era la correcta.

Cuando me encontraba en el orfanato eran contadas las ocaciones en las que podía recibir regalos. Ni siquiera en mi cumpleaños, porque festejar con regalos el cumpleaños de tantos niños, era difícil. Recuerdo que una vez, me dieron una galleta con chispas de chocolate para uno de mis cumpleaños, tampoco estaba acostumbrado a los pasteles.

En los hogares temporales tampoco era común recibir regalos. Únicamente las familias de dinero solían regalar juguetes o ropa a los niños que los visitaban. Yo nunca fui de esos, porque usualmente las familias con dinero no desean recibir niños huérfanos en sus casas por cuestiones de seguridad. Pero si recuerdo que una vez recibí un carro de juguete.

• I love your VOICE and your MOANS •Where stories live. Discover now