Capítulo VI

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Hoy es lunes. ¿Qué es peor que el lunes? Que los libros sean malditamente caros.

Con desgana, camino por los pasillos de la escuela. Hoy estaré sola, ya que mi supuesta mejor amiga no me ha hablado desde el viernes pasado.

Mi hermano ha estado de mal humor y sobreprotector. Esto es una mierda. ¿Quién pensaría que desmayarse desataría tal instinto en él?

Cuando por fin llegué a mi taquilla, comencé a sentirme observada. Me estremecí y negué con la cabeza. Lo más probable es que me lo esté imaginando.

Sí, haz eso y más tarde te matarán.

Estúpida imaginación.

Estaba cerrando el casillero cuando, de repente, siento una respiración en mi nuca.

¡Oh, maldita sea!

Dios, yo siempre he sido buena, por favor no dejes que me asesinen en la escuela...

Asustada, me di vuelta y, con los ojos cerrados, lancé un golpe.

—¿¡Qué mierda te pasa!?—.Okay, lo de fantasma está descartado, mi mano no lo traspasó.

Abrí los ojos y pude ver a un Jason en el suelo sobándose el estómago, y a su lado, Declan e Ian riéndose.

—¿Por qué me golpeaste?—.

—¡Me asustaste!— le dije.

Espera, ¿Jin, qué estás haciendo? Son los matones de la escuela, huye antes de que el séquito de zorras te persiga. Recuerda que el día de hoy olvidaste tu repelente antizorras.

Para mi buena fortuna, sonó la chicharra. Sin decir nada más, corrí hasta el aula de álgebra.

*********Justo ahora me encuentro llegando al comedor, me compraré una hamburguesa. Me lo tengo merecido por haberme quedado despierta en la clase de arte.

¿Quién diría que el arte no solo es rayar un cuadro a diestra y siniestra?

Cuando terminé de pagar la hamburguesa, me dirigí hasta la mesa más cercana, pero antes de llegar, me abordaron tres personajes que sinceramente me están saliendo hasta en la sopa.

—¿El doctor te permitió comer eso?— dijo Ian, señalando mi comida y poniendo cara de asco.

Bueno, sé que para tener un cuerpo como el suyo se tiene que comer la menor grasa posible, pero joder, ¿acaso aborrece el jugoso sabor a grasa de una exquisita hamburguesa?

Lo miré como si estuviera loco. Ósea, ¿nunca en la vida me han hablado y ahora hasta critican lo que como?

—¿Y a ti qué más te da?— le levanté una ceja.

Con cuidado, dejé mi bandeja en la mesa y me senté. Pensé que eso sería suficiente para que se largaran, pero era obvio que no.

Los tres trogloditas tomaron asiento en mi mesa. Si el comedor estaba lleno de bullicio, ahora se podía escuchar mi respiración.

Miré disimuladamente a las mesas a mi alrededor y pude darme cuenta de que todos estaban observando en nuestra dirección.

Miré a Declan directamente a los ojos. Él estaba sonriente, recargado en el respaldo de la silla con los brazos cruzados.

—Declan, lárgate y llévate a tu grupo— le dije mientras trataba de tomar mi hamburguesa.

Él dejó de sonreír y tomó mi hamburguesa antes que yo. Sin decir nada, la mordió.

Abrí la boca de sorpresa. ¿La nueva afición de estos tres era joderme o qué mierda?

—No— bajó la comida—. No hasta que te comas la ensalada.

DEFINITIVAMENTE CLICHÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora