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Esta historia empieza en un instituto, con nuestra protagonista, Tessa Langley, 17 años.

Una cosa que debéis saber de Tessa es que no era una chica normal; había tenido su ración de malas rachas en la vida. Debéis saber también que, debido a eso, su forma de vida había dado un giro de 180 grados. De momento os basta con esa información.

Tessa's POV (narra Tessa)

Era la misma asquerosa mañana de todos los días, la misma asquerosa rutina de siempre.

Me levanté de la cama y fui directamente al baño, cerré con pestillo y sin hacer el menor ruido posible, como todos los días desde hace 5 años.

Me vestí con la misma ropa, no la misma, pero del mismo estilo: negra completamente. No es que fuera gótica ni nada, pero me sentía cómoda con ese color.

Todas las mañanas me miraba al espejo y lo que veía no era de mi agrado: una muchacha paliducha, casi sin ningún color en la cara, pelirroja y con el pelo rizado como un demonio. Ojos oscuros, casi negros.

No, sinceramente no me gustaba para nada lo que el espejo reflejaba.

Cuando terminé de vestirme y de arreglarme (lo poco que hago todos los días, también sin ganas) cogí mi mochila y bajé a la primera planta, lo más silenciosamente posible. A continuación salí de casa, directamente a mi infierno personal: el instituto.

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Cuando llegué, la vista no me agradaba tampoco, muy pocas cosas lo hacían de hecho, pero esto era horrible.

Entré al edificio, bajo la penetrante mirada de todas las personas, intentaba mirar al suelo mientras oía como cuchicheaban cosas acerca de mi.

Llegué al salón de clases y me senté en el sitio que me habían dejado mis “compañeros”: Desde que entré al instituto hace 5 años me recluían a un sitio al fondo de la clase, apartada de todos los demás, en un rincón, con una mesa vacía a cada lado mío y las siguientes lo más lejano posible a la mía. Me trataban como si tuviera la peste.

-Ey demonio -dijo un chico, esto es lo más amable que puedo recibir al día- ¿te has cortado ya las putas venas? Haznos un favor y date prisa -clamaba mientras se reía con su grupo de amigos.

Resoplé, como siempre, no hablaba, ni me defendía de ningún insulto. Tampoco lloraba, al contrario que hace 5 años, el caso es que ya no tenía más lágrimas que derramar, no porque no quisiera.

-Vale chicos, dejadla en paz -dijo Amanda Perkins con su sonrisa de medio lado- queremos que se muera, pero si lo hace ya no nos da diversión.

Eso se clavó en lo más profundo de mi alma, si es que quedaba algo. En ese momento apareció nuestro tutor, más amargado de lo normal.

-Moved el culo y sentaos hatajo de vagos -dijo en su tono grave de voz- hoy os voy a presentar a un nuevo alumno, no seáis muy crueles con el.

Genial, pensé, un nuevo capullo para que se meta conmigo.

-Os presento a Brian, blah y blah, chaval, preséntate -dijo desinteresado.

-Hola -dijo, y con eso captó mi atención. Era alto, moreno y con un pelo incluso peor que el mio, delgado. Eso es lo que alcancé a ver desde mi “privilegiada posición”- Me llamo Brian May, podéis llamarme Brian -me miró y me lanzó una sonrisa radiante, a la que correspondí con la mayor de mis virtudes, ignorarle.

-Basta de chorradas, ve y siéntate donde te dejen -dijo el tutor, tosiendo como de costumbre, como me gustaría que un día echase sus putos pulmones por la boca.

El chico alto, Brian, vino a sentarse a mi lado, a mi izquierda. Genial. Pero por si eso fuera poco, acercó la mesa más a la mía. Doblemente genial, ahora tenía que aguantar a un petulante muchacho que más tarde 100% seguro que también hacía de mi vida un infierno.

Dressed In BlackWhere stories live. Discover now