2.Recuerdos

604 158 83
                                    

Ahí estaba yo, una niña de siete años sosteniendo un cuchillo con mi mano derecha. Admirando la suave respiración de mis padres, es lenta, constante, sus pulsos eran inestables.

Lo disfrutaba, disfrutaba el silencio que inundaba la casa, se sentía placentero tener ese poder en mis manos, los podía destruir y ellos solo recordarían los momentos felices que vivieron

Nunca se imaginarian que sería yo la causante de su muerte, pero actúe lento, no logré agredir a ningúno de los dos porque apareció mi hermano por la puerta, lucía agitado y asustado como si todas sus expectativas sobre mi se cayeran en pedazos frente a él

En ese momento pensé, si le hago daño a ellos luego que haría con él, él era un problema y ahora sólo estaba en shock, intentaba conectarse consigo mismo pero era obvio que no lo lograba. Que estupidez, si podía acabar con mis padres porque no con el también, pero hablo

– Meg, Meg n...no puedes hacer esto– Mi hermano hablaba con un hilo de voz, apenas se le entendía- p... p...papá y mamá. El solo sollozaba y pedía por sus vidas

Dios, ahora... ¿Qué hago?

Me despierto agitada por aquel sueño repetitivo que me atormentaba más de lo habitual, no puede ser ¿Dónde demonios estoy?

La enfermería es un buen lugar para empezar. Me levanto y veo unas pastillas con agua. Dejó pasar mis pensamientos, tomó las pastillas que ya conocía con el vaso de agua. Siento un repentino mareó. Cuando estoy ya totalmente bien, salgo de la blanca pero axfisiante habitación recogiendo mis pertenencias, al encontrarme la salida pido un taxi y le indicó cómo llegar a casa.

Entró a casa, todo se sintió vacío hasta que pasó por la sala de estar, en el sillón está mi hermana hablando con mis padres.

-...

-Estará mejor en un centro psiquiátrico de rehabilitación

-...

Mi mamá llora sin parar, mi familia ni se da cuenta de mi presencia, soy consciente que el problema soy yo, pero no me iba a quedar allí parada escuchando cómo se intentaban deshacer de mí.

Meghan...mátalos, nos quieren encerrar...mata, dolor, sangre...sola estás sola

Entro en mi habitación, ya sentada en mi escritorio comienzo a escribir poesía. La poesía para mí es la liberación de mi putrefacta alma que se funde en mi cuerpo, es el sentimiento de salvación que ningún monstruo puede tener. Aquí, mi cuerpo reposando en mi escritorio se siente débil, siento constantes escalofríos pasar por mi espina dorsal.

Un estruendo se produce en mi ventana, la misma silueta masculina de la mañana.

-Hola pequeña vampiro.

-No me digas así.- Refuto por el ridículo apodo.

-Vale pequeña vampiro, pero entonces la próxima seré yo quien drene toda tu sangre- En su rostro se muestra diversión y picardía.

La verdad no puedo creer que haya dicho eso, quién se cree yo no le debo nada así que decido ignorarlo y cambiar de tema.

-¿Sabes que esto es allanamiento de morada? ¿No?

-¿Sabes que cuando una persona se encuentra mal necesita pedir ayuda?¿No?

-Solo dime ¿Qué quieres? Y lárgate. - Respondo un poco más alterada de lo que quería.

-Supongo que eres muy buena haciendo amigos– dice con sarcasmo

-Sí y también soy buena echando gente de mi casa. Ahora largo. - Señaló la ventana por la que entró.

Meghan (Reminiscencias#1)Where stories live. Discover now