Un toque de suerte

140 5 2
                                    


La estación de trenes explotaba de gente, por el retraso de la formación. Luego de una hora de espera, los ánimos de todos estaban exasperados por la impaciencia. Todos, menos Emilia, que se entretenía jugando con las punteras doradas de sus zapatos y dejando volar su imaginación. De pronto, uno de los pasajeros divisó la llegada del tren, que arribaba por otra plataforma distinta en la que se hallaban, y entonces comenzó el desbande y  las corridas desesperadas por llegar primero. Emilia quedó apretujada entre la muchedumbre y casi fue arrastrada hasta el vagón que recibía el tropel del gentío.

En medio de la confusión, la pequeña y despistada Emilia no notó que de su cartera se deslizó el saquito rojo, el de la suerte, aquel que le daba seguridad en los exámenes. El tejido liviano y brillante quedó hecho un montoncito pisoteado al costado del banco favorito de la muchacha. Apenas se dio cuenta de la falta quiso regresar, pero ya estaba en viaje y recordó la frase de su abuela que advertía no volver nunca sobre sus pasos, superstición aceptada por la chica, que usaba todo tipo de talismanes que la ayudaban a fortalecer su inseguridad.

Por la noche, el saco fue víctima del gran escobillón empuñado por el empleado de limpieza de la estación que lo revisó y, lo encontró muy bonito para tirarlo a la basura, entonces lo sujetó a su carro del aseo y allí lo olvidó hasta el día siguiente. Cuando iba a retomar sus labores, el hombre fue citado por el supervisor a su despacho y este le informó que debido a sus buena disposición al trabajo sería ascendido y trasladado a otras oficinas cercanas a su domicilio.

El empleado no cabía en su cuerpo de la alegría, podría estar más tiempo con su hija y ayudarla en la escuela. Cecilia cumplió los 12 años y ellos dos eran su única familia. La niña se extrañó mucho cuando su padre llegó temprano a casa y con un regalo: un hermoso saco de color rojo, que le encantaba. Desde ese momento lo llevaría a la escuela como su objeto más preciado. Cecilia era una gran artista, ejecutaba el violín con maestría, pero solo lo hacía en la sala de música de la escuela por no contar con el dinero suficiente que implicaba el estudio de ese instrumento. 

Dos días después de pasear con su llamativo atuendo, Cecilia fue convocada para representar a su colegio en un concurso de talentos y poco después ganó una beca que le cubriría su carrera por completo.

En otra punta de la ciudad, los meses pasaban y Emilia se lamentaba por su triste pérdida, pero no le quedaba otra que seguir con su vida. En la facultad se preparaba un gran concierto a beneficio y actuaría la niña de la que todos hablaban, la promesa del país en la música, que no era otra que Cecilia.

En el salón de actos no cabía un alfiler. La chica que  apareció en el escenario deslumbró a la platea emocionada. Entre el público, una muchacha pequeña de ojos grandes y asombrados no dejaba de mirar el saquito que abrigaba a la ejecutante y entendió que su preciosa prenda estaba ayudando a alguien que la necesita mucho más que ella, entonces aplaudió con todas las fuerzas que pudo. 

El concierto terminó, los artistas se retiraron, al día siguiente Cecilia volaba a Japón. La compañía aérea, extrañamente, perdió sus maletas que fueron a dar a otro aeropuerto y el saquito rojo siguió dando vueltas por el mundo llevando en cada visita un poco de suerte. Con el tiempo fue perdiendo su belleza y terminó en una feria de ropa usada, justo frente a la facultad el día en que Emilia se recibía de doctora. De camino a casa, su mirada curiosa recorrió el escaparate, como de costumbre, reconociendo, con sorpresa, que se trataba de su viejo amigo. Estaba maltrecho y deslucido, pero sin dudas era su prenda añorada. Sin perder un minuto se lo pidió a la vendedora, que no conseguía entender el porqué de tanta alegría por ese feo saco, y se lo puso, en la misma tienda, para salir radiante a la vereda. Fue una larga separación y, esta vez, Emilia le prometió que cuando salieran juntos no se lo quitaría por más que tuviera calor.  La vida da muchas vueltas y los que están destinados a pertenecerse, tarde o temprano se encuentran o, como en este caso, se vuelven a encontrar. 

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 30, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Otros cuentos fantásticosWhere stories live. Discover now