Capítulo 7

1 0 0
                                    

¿Me besó? ¿Pero quién se cree que es? No puedo creer que haya hecho eso, es inaudito... Tengo ganas de tirar todo a mi alcance pero estaba compartiendo un momento con mi familia, viendo una película y jugando al Jenga con mis hermanos, debía controlarme, pero no dejaba de pensar en lo que hizo...

—Fernanda —alzó la voz Tavo para sacarme de mis pensamientos—, es tu turno.

—Sí Fer, es tu turno...

Ambos hicieron contacto visual y de repente me apuntaron, fue tan inesperado que pegué un brinco en la silla.

—¡Tu turno de perder! —exclamaron los dos, chocaron puños por la reacción asustadiza que tomé.

—Basta —bufé y quité lentamente un trozo del Jenga, muy precavida, esto era de vida y muerte, tenía que ganar o sino... mierda, se me cayó todo—. Eso no se vale, ustedes movieron la mesa.

—¿Nosotros? —Horacio se apuntó a sí mismo.

—¿Pero qué decís? —Tavo me hizo un montoncito con la mano—. Acabas de perder, pagá —los dos pusieron sus manos en la mesa y las palmas arriba.

—No voy a dar mi chocolate, es injusto —di un pisotón en el piso con mis pantuflas.

—Perdiste...

—No...

—Fernanda...

—¡Basta! —nos gritó mi madre desde el sillón—. Estamos viendo la tele muy tranquilos y ustedes con sus berrinches.

—Es Fernanda —habló Horacio—, no quiere pagar, tiene que hacerlo porque perdió.

Lancé un resoplido y le di una mirada aniquilante a mi hermanito.

—Fer, dales lo que tenés que darles, pero basta de gritos.

—Oh Fernanda... Sí —todos miramos a mi padre porque se puso de pie muy contento, iba a decirme algo—, te compré un celular, al final tu madre me convenció de regalarte uno —acarició su hombro.

—¿Qué? —me levanté de inmediato de la silla y corrí para estar frente a él, miré a mis hermanos y ya estaban abriendo el envoltorio de mi chocolate, pero no me importaba, iba a tener mi celular— ¿En serio? ¿A ver?

Mi padre fue a su habitación, que estaba a lado del baño, nuestros cuartos estaban entre ese pequeño cuartito para higienizarnos, no se demoró mucho y volvió con un paquetito envuelto con papel de regalo muy brillante.

—Gracias papá —asentí con mi cabeza y volví a mi silla.

—Lo hubieras consultado con toda la familia —reclamó Tavo de repente.

—Shhh... Silencio —siseé para que se callara—. Se ve que ni siquiera un chocolate puede cambiar tu amargura. Horacio, traé mi celular que está dentro de mi bolso, vamos a cambiarle el chip y a pasar algunos archivos que tengo ahí.

Mi hermano corrió feliz.

—Cuida ese celular, Fernanda.

—Sí papá, lo haré, no te preocupés.

Horacio se estaba tardando tanto ¿Lo habrá encontrado?

—¿Y Horacio? ¿Ya?

No me respondía, miré a Tavo y él seguía viendo mi celular de segunda, pero no iba a parecerlo para alguien que no sabía de tecnología, creería que es lujoso solamente por la fachada.

—Wow Fernanda —todos miramos por donde venía esa vocecita tierna, Horacio finalmente apareció y levantando... algo... con su hermano—, nos hubieras pagado con este dinero.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 02, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mentiras para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora