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"La mounstrocidad te seguirá mientras camines por la
pecaminosidad.
No importa si fue para el bien o para el mal.
No impor...
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"Ahh, waah...Ahh.."
Pequeños pasos chirriaban por el resbaladizo piso, jadeos profundos que procuraban hacer el menor ruido posible. Pero el pesado de los pisares hacia temblar hasta su pequeño cuerpo sobre la superficie y sus resbalones al girar cada pasillo no ayudaban.
Sus zapatos negros pasaron a estar bien lustrados a ahora ser un asco, lleno de barro y de hojas secas pegadas en la suela. No había llovido, en cambio, la ciudad siempre fue de climas malos.
El agobio no tardo en llegar al salir por las rejas del instituto, había demasiada gente y era imposible pasar entre ellas. Era una ventaja para la niña y su pequeño tamaño, lo perdería en un instante. Astuta, se metió entre las personas, y como si se tratasen de las calles de New York, se había desvanecido para la mirada del mayor, no obstante, no dejo de buscarla y la pequeña niña no dejo de escapar.
Luego de una larga corrida, se había alejado de toda esa bola de gente y de su perseguidor, se giro para comprobar lo anterior y ahí estaba, el cumulo de personas pero sin rastro de esa "persona". Se dispuso a caminar, cerca había un parque y alrededores un par de tiendas, no eran de importancia, lo que a ella la atraía era otra cosa. No tardo en llegar, pudo sentir la superficie esponjosa y el césped semi podado apenas sobresalir y resaltando a través de sus zapatos.
El pequeño parque, estaba en un gran silencio y eso la hacia sentir como la única chica en esa ciudad. A estas horas de la mañana todos los niños estarían en sus clases o aun dormidos, concluyó en su mente, sin embargo, no todos los chicos estaban en sus clases o en sus camas, uno había hecho la diferencia ese día.
Lo encontró por casualidad en aquel árbol, como si la vida le quisiera hacer saber de una manera descarada que se había equivocado. Pero no lo podía ver con tanta claridad, las hojas y las ramas del árbol tapaban la parte superior de la persona, su rostro, aun así supo que también la observaba, en cambio, ninguno de los dos dijo ni una palabra.
El chico parecía querer empezar la iniciativa, pero sorpresivamente todo había terminado, la han agarrado y no se había dado cuenta hasta que su figura y árbol se desvaneciera a lo lejos.
Tal vez nunca lo volvería a ver.
Y ese encuentro solo era pura casualidad del momento.
¿no?
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