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wooyoung estaba feliz, más feliz de lo usual

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wooyoung estaba feliz, más feliz de lo usual. su sonrisa era tan amplia que sus ojos casi desaparecían de su rostro. hoy, en unas cuantas horas, san iría a visitarlo y pasarían la tarde dándose mimos y mucho amor. incluso había ordenado sus juguetes en sus cajas -con algo de ayuda de su madre, pero esto, el pelinegro no lo sabría- y perfumado sus peluches con la loción de vainilla de su hermana mayor.

le hubiera gustado pintarse con su maquillaje como hacía cuando estaba solo y aburrido en casa, pero su mami le había dicho que cuando amas a alguien, lo último que importaba era su físico, y ya que san lo amaba, prefirió no hacerlo; al menos no ese día.

miró por décima vez la ventana, pero san aún no llegaba. puchereó mientras fingía ver la hora en el reloj redondo con pajaritos en la sala, pues este aún no lo sabía leer. pero pronto aprendería y no tendría que preguntarle a san qué hora era, y él estaría orgulloso y le daría palmaditas en la cabeza y dejaría un besito en su frente como hacía cada vez que el menor le contaba uno de sus logros.

quería verlo rápido y colarse en sus brazos para sentirse calentito.

llevó sus manitos al plato de galletas que tenía al lado suyo, comenzó a comer con el entrecejo fruncido. san se estaba tardando demasiado, quería que llegara cuanto antes para estar más tiempo juntos. movió sus piececitos, balanceándolos en el aire, ya que no lograba tocar el suelo por la gran altura del sofá.

el timbre sonó, y wooyoung se levantó de un salto de su asiento y corrió hasta la puerta, con una gran sonrisa en su rostro la abrió; sin pensarlo dos veces, se colgó del cuello del pelinegro, quien se sujetó del marco de la puerta para no caer. sonrió al sentir el olor a uva que desprendía el menor.

— san, ¿dónde estabas? ¡tardaste mucho! — el nombrado rió enternecido. veía a wooyoung como esa clase de esposas que se molestaban cuando su esposo llegaba unos minutos tarde debido al tránsito. cuando se casaran todas sus tardes serían interesantes si su pequeño seguía teniendo esa actitud controladora. se rió al imaginarlo persiguiéndolo con un mazo de cocina por no poner las cosas en su lugar y no pudo resistir el impulso de llenar sus mejillas de besitos. no podría esperar tanto tiempo para casarse con él. — te extrañé mucho, hyung —. el menor hizo un puchero y san no tardó en tomar sus mejillas y apretarlas con mucho amor, lo que hizo sonreír al menor.

— lo siento, woonie. te prometo que no tardaré la próxima vez — tomó sus manitos entre las suyas y las besó, las mejillas de wooyoung se encendieron y bajó la mirada, haciendo que el corazoncito de san se derrita — también te extrañé, pequeño — se abrazaron con mucha fuerza, un abrazo que los hizo suspirar, mientras las mejillas de ambos se tornaban de un rosa pálido.

 te prometo que no tardaré la próxima vez — tomó sus manitos entre las suyas y las besó, las mejillas de wooyoung se encendieron y bajó la mirada, haciendo que el corazoncito de san se derrita — también te extrañé, pequeño — se abrazaron con mucha...

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𝘀𝗽𝗮𝗿𝗸𝗹𝗲𝘀. ❛sanwoo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora