SON DOS

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POV MILO

La felicidad es imposible borrarla de mi rostro, hoy conoceremos a nuestro bebé. Mis padres están emocionados por la llegada de su primer nieto aunque al principio papá quiso matarme por dejar embarazada a la pareja de Isaac. Lo que agradezco es que mi madre si estuviera de mi lado, le costo un poco asimilar la noticia pero terminó aceptando la llegada de un nuevo integrante a la familia.

Observó Adina peinar su melena castaña, la idea de que nuestro hijo o hija sea un omega no me agrado para nada. Temo que lo rechacen las personas y más su pareja si le llegara a tocar un hombre machista que sólo le importa lo que piensa la gente.

Me pongo detrás de Adina y paso mis dedos por su cabello aún enredado. Tomó el cepillo de sus manos y terminó de alisar lo, comienzo hacerle una trenzas y quedó fascinado por el resultado para ser mi primer vez.

-No sabía que podías peinar, amor- se burla mi lobita viéndome por el espejo.

-Mis manos son muy hábiles y más cuando se trata de darte placer- suelto con descaro.

Sus mejillas se ponen coloradas y sonrió de forma traviesa.

-Al parecer alguien está muy excitada- pronunció al ver como sus ojos se ponen dorados.

Envuelve sus piernas sobre mi cintura y la llevo a la cama. Alzo su vestido y pasó dos dedos sobre sus bragas mojadas.

-Milo te necesitó adentro ahora-ordena, miro de reojo el reloj de la pared y nos faltan una hora y media para la cita.

-Tranquila lobita, tenemos suficiente tiempo- digo mientras bajo el cierre del vestido, dejándola en ropa interior.

Bajo sus bragas y me ayuda a deshacerme de mi ropa, quedando solo en bóxer.

-Necesito a mi hombre- jodea al sentir como introduzco dos dedos sobre su vagina.

Me inclinó a ella y la besó suavemente, los demás dedos exploran el resto de su cuerpo.

-Nunca me cansaré de probar tu dulce néctar- digo aumentando la velocidad de mis dedos.

-No hagamos demasiado ruido.

Recuerda al saber que estamos en casa del Sr. Máximo, aunque dudó que arme un alboroto tiene demasiados problemas para estar metiéndose en donde no lo llaman.

-No me importa morir, sabiendo que le hice el amor a mi mujer.

La besó por todas las partes, comenzando por su boca y bajo por su cuello. Muerdo su clavícula, dejando escapar un suave gemido.

-Nunca tengo suficiente de ti.

-Dios...Milo...más...- gimió Adina moviendo sus caderas.

Seguí besandola mientras tocaba justo en su punto G.

Adina gimió fuerte y mecio sus caderas mientras se corría entre mis dedos y en ningún momento dejé de tocarla.

Unos minutos después apartó los dedos de ella, para deshacerme de mi bóxer.

-¡Milo!- la oí exclamar cuando llevo sus piernas a mis hombros y guió mi pene hasta su entrada y de una sola embestida la penetró.

Hago aún lado su sostén para acariciar su pezón, dejó de besarlo para luego succionar y mordisquear cada uno.

Aumento mis movimientos cada vez más rápidos y profundos, aprieto los dientes al sentir como las paredes de su sexo apretaban mi pene por lo estrecha que estaba.

-¡Maldición, amo como te sientes!- digo entre dientes mientras la penetró  más profundo.

-Ni se te ocurra parar- gimió Adina cegada por el placer.

En pocos minutos ambos llegamos al orgasmo, al mismo tiempo, calló sus gemidos con mis labios.

Me recuesto a su lado, tratando de recuperar la respiración cada uno. La atraigo hacia mi y besó su cabello.

-Llevaremos tarde- dice Adina acomodándose sobre mi pecho.

-Valdrá la pena el retraso.

De un salto salgo de la cama y ayudó a mi lobita a incorporarse, la cargó entre mis brazos para llevarla a darse otra ducha.

-Asi nunca llegaremos.

-No habrá más distracción, sólo nos bañamos.

..............

Le abro la puerta Adina del auto y nos dirigimos a la entrada del hospital. Al llegar a la recepción pongo los ojos en blanco al ver a la enfermera.

Adina aclaró su garganta para llamar la atención de la morena.

-Buenas tardes. ¿en qué puedo ayudarles?- pregunta la enfermera sin despegar los ojos en mi.

Un gruñido no se hace esperar por parte de mi lobita celosa.

-Tenemos una cita con la ginecóloga Medina- dice entre dientes Adina, intentando controlar a Lina.

-Ella los está esperando, su consultorio es el número 15.

Nos informa, de manera amable nos despedimos de ella y sin importarle ver que estoy con mi lobita me entrega un papelito que no llegó ni agarrar ya que Adina lo destroza enfrente de ella.

-¡Él es mío! ¡Búscate al tuyo, perra!- sonrió por ver como mi lobita reclama lo que es suyo.

.........

-Por favor, pónganse sobre la camilla.

Adina hace lo que le indica la doctora, una vez que está acomodada le aplica gel sobre su vientre.

Sonrió al ver como se estremece, por lo frío que está.

Ambos miramos como la doctora mira la pequeña pantalla en  busca de nuestro bebé, mueve el aparato sobre el vientre de mi lobita de aún lado a otro.

Al parecer ese pequeño aún no quiere que lo veamos.

-Miren, ahí está- toda nuestra atención va a esa pequeña manchita que se ve borrosa.

No puedo creer que eso sea nuestro hijo, parece una habichuela.

-Aún no está formado, pero ese pequeño puntito es su bebé- nos explica la doctora, veo que sigue moviendo el aparato y me quedó asombrado por lo que dice.

-Son dos.

Otra habichuela parece en mi campo de visión y estoy que no me la creó, tal parecer que di doble puntería con mi esperma.

Miró a mi lobita que está con sus ojos llorosos, una sensación de felicidad y ternura presencia mi cuerpo. Llevo su mano a mis labios para dejar un beso tierno en ella, por dejar que sienta aquellas emociones hacia nuestro hijos.

-¿Podemos llevarnos una copia de eso?- digo señalando el ultrasonido.

-Por supuesto- termina de revisar a mi lobita, no sin antes recetarle una vitaminas y ácido fólico.

Nos da una mini charla sobre los cuidados que debe de tener y claro no pude mantener mi boca cerra al preguntar si podías tener relaciones sexuales.

La pobre de Adina ya no sabía en dónde meter la cabeza, pero lo bueno es que podré saciar el apetito sexual de mi chica, como esta mañana.

Nos despedimos de la Dra. Medina y salimos embobados  admirando la copia del ultrasonido donde nos muestra a nuestras dos habichuelas.

-Ya quiero tenerlos entre mis brazos- dice Adina acariciando su vientre plano.

-Soló faltan siete meses, para llevarlos de todo el amor que se merecen.

-Y también para buscar un hogar en donde vivir...

Prometo Recuperarte (Serie Prometo #1)Where stories live. Discover now