6) Despedida

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Los pasos apresurados resonaban en el espacio, las pequeñas ruedas giraban sin piedad sobre el frío y extenso mármol.
Corridas, gente yendo y viniendo, pequeñas historias cruzadas en un hervidero de personas que dejaban sus destinos en manos del tiempo.
Y ahora estaba ahí, frente a una gran escalera mecánica que lo llevaría a la posibilidad de cumplir sus sueños. Los nervios lo invadían, la ansiedad se apoderaba de sus movimientos, y el sentimiento ambiguo alimentaba su mente. Pero estaba listo, su destino estaba siendo escrito y él era el único responsable de hacerlo. No mirar atrás, esa era la premisa, dar un paso delante del otro y vivir cada día como si fuera el último, al menos eso le había dicho su amigo.
Miró la hora en su celular, luego recorrió con la vista la pantalla que anunciaba los diferentes vuelos, bufó y se acomodó en un amplio asiento para esperar. Faltaban al menos dos horas para la partida, pero lo prefirió así, prefirió hacer una escapada rápida de sus amigos, de su familia, de él. Tomó su teléfono y comenzó a teclear de manera desordenada, mirando de todo un poco para pasar el rato.
Se arrepentía de haber decidido viajar solo y no haberse ido con Hoseok dos días antes. Pero no se había sentido capaz en ese momento y ahora debía enfrentar solo las largas horas de viaje.
Mientras veía algunas fotos en su galería, encontró varias donde se lo podía ver feliz al lado de sus seres más queridos. Sus padres, sus hermanos, su mejor y más querido amigo, su amor, el amor de su vida. La emoción lo embargó de golpe y no pudo dejar de recordar varios momentos a lo largo de su vida.
Apagó el teléfono y miró a su alrededor, miles de personas al igual que él ávidas de ansiedad. Sonrió bajito, sacó un libro de su bolso de mano y buscó la página que tenía marcada. Comenzó a leer dejándose llevar por la intensidad de la historia que había elegido.
De pronto una mano se posó sobre su hombro, levantó su vista algo nervioso, sabía a ciencia cierta quién era pero no quería mirarlo, si lo hacía toda su seguridad se iría al tacho de basura, sabiendo eso igual lo hizo, lo miró y le regaló una sonrisa.
-No tenías que venir- suspiró volviendo a bajar su vista.

-No podía dejar de despedirme de ti- replicó y se sentó junto a él.

-No lo hagas Yoongi, no te despidas de mi- suplicó con su voz cortada.

-Necesito hacerlo, necesito decirte tantas cosas, necesito que sepas que estoy aquí y que jamás dejaré de amarte aunque duela como el infierno- soltó con sus mejillas empapadas de lágrimas.

-También te amo- gimió sobre los labios del otro.

Pasaron un largo tiempo abrazados, perdidos entre besos y palabras de amor y cada uno atesorando aquel instante.

Los altavoces anunciaron al fin que los pasajeros debían abordar el avión para su próximo destino.

-Dicen que en Paris cualquiera puede enamorarse- comentó Yoongi mirándolo a los ojos.

-Eso sería difícil cuando tu corazón ya tiene dueño- replicó y lo volvió a besar.

-Has todo lo que tengas que hacer Jimin, disfruta tu tiempo allí y deja tu huella en cada lugar donde te presentes- exclamó volviéndolo a besar.

-Te voy a extrañar- dijo

-Te voy a extrañar- respondió mientras dejaba ir al amor de su vida perdiéndose en lo alto de aquellas escaleras.







La llegada a Paris fue tranquila, frente a él un sonriente Hoseok tenía en sus manos un cartel que rezaba PARK JIMIN en letras coloridas. Jimin sonrió y se acercó a su amigo.
Se dieron una cálido abrazo y Hoseok lo ayudó con su equipaje.

-Debo reconocer que no creí que vendrías, es decir realmente creí que te quedarías con Yoongi- dijo mordiéndo su propio labio.

-Bueno, no voy a negar que lo pensé demasiado, sobre todo cuando me pidió perdón y me dijo que quería volver a intentarlo, realmente lo pensé mucho, pero quiero hacer esto, quiero hacerlo por mi, quiero encontrar mi lugar y crecer como persona, dejar de depender de alguien más- explicó decidido

-Bien por ti Minie- comentó llevándolo en un gran abrazo a la salida del aeropuerto.

Jimin se maravillaba con cada espacio que veía, las calles, las plazas, la gente yendo y viniendo, las luces, todo enmarcaba una ciudad hermosa y glamorosa.
Llegaron al departamento donde viviría junto a Hoseok y aunque no estaba muy seguro con esa convivencia esperaría a asentarse en el lugar y luego buscar un lugar propio.
Entró a su nueva habitación, dejó sus valijas y se tiró sobre la cama mientras miraba el techo y sonreía. Su teléfono sonó dejando ver un mensaje entrante.

-Hace apenas unas horas que te fuiste y ya te extraño demasiado-

Jimin se mordió su labio inferior, realmente sería una prueba muy grande la que tendrían que superar él y Yoongi si querían estar nuevamente juntos.

-Llegue bien, el departamento es lindo y cómodo, mi habitación tiene vista a la Torre Eiffel, también te extraño-

Luego de unos minutos el teléfono volvió a iluminarse, esta vez era una llamada.

-Hola amor- saludó su esposo.
Y se envolvieron en una larga charla.


Corría por los pasillos buscando el salón indicado, Hoseok había salido antes así que él tuvo que llegar solo hasta el teatro y al ser nuevo se había perdido un poco.
Un hombre alto lo miró y lo saludó en un perfecto francés, Jimin lo miró y no entendió nada, solo asintió con su cabeza.

-¿Eres Park Jimin?- preguntó ahora el mismo hombre en coreano.

-Soy yo- respondió.

-Excelente, te estaba esperando, soy Philippe y soy el encargado del ballet se presentó sonriente.

-Un gusto señor Philippe- saludó con una reverencia.

-Puedes decirme Phil, aquí todos lo hacen, deja tu bolso allí, pondré música y quiero ver lo que tienes para mi- informó y se acercó al equipo de música.

Jimin se dejó envolver en la melodía, dando pasos simples pero bien coordinados, cuando el sonido se detuvo vio al hombre quien sonreía.

-Eres una joya Park, me gustara trabajar contigo y pulirte un poco, te llevaré a la fama y la gloria- comentó y salió de allí, dejando entrar a otros bailarines.

Jimin sonrió satisfecho, parecía que las cosas irían bien.

El primer mes fue extenuante y gratificante, conoció gente de diversos países que integraban aquella gran compañía de danza. Ensayó cada día dejando lo mejor de si. Se sentía vivo como hacía mucho tiempo no se sentía, era útil, talentoso y estaba en su elemento. Comenzó siendo un simple integrante más de aquel ballet para luego ser una pieza fundamental dentro de este.

No podía pedir más, aunque cada noche, en la soledad de su habitación sentía que unos fuertes brazos le hacían falta.





No podía pedir más, aunque cada noche, en la soledad de su habitación sentía que unos fuertes brazos le hacían falta

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Te he echado de menosWhere stories live. Discover now