Sonrisa [Portgas D. Ace]

VI. Sonrisa

Capítulo 6
Ojeroso gruñón

Ivana miró a Law el cual al igual que ella había llegado bastante temprano, realmente eran casi los primeros en llegar y el grupo de Luffy aun no llegaba, por lo que toda el aula era tranquilidad.

—¡Tú! —señaló Ivana y el azabache arqueó una ceja mirándola interrogativamente y algo irritado porque interrumpió su lectura con su grito— ¡Me abandonaste en las garras de Luffy! —exclamó.

—Oh... es cierto, ayer te usé de carnada —murmuró el hombre pensativamente recordando como señaló a la chica y luego se escabulló silenciosamente de todo el grupo alborotador.

—¡Maldito bastardo! ¡Me tuve que encerrar en un casillero para no ser atrapada por ese trio monstruoso! —habló la chica y puso sus cosas delante del asiento del azabache el cual arqueó su ceja al verla sentarse dada vuelta para mirarlo.

—Debo confesar que fue el receso más tranquilo que tuve desde que fijaron su vista en mi —se burló el chico al ver la irritación de la chica crecer, ciertamente Law amaba molestar a las personas e irritarlas, podría decirse que era su Hobby preferido.

—¡Gah! ¡Que irritante ojeroso! —la chica se alborotó los cabellos con frustración— ¡¿Sabes el susto que me llevé cuando Luffy casi agarra mi libreta de dibujos?! ¡No sabía que les haría ese bruto a mis preciados dibujos!

—¿Dibujas? Que interesante —habló el hombre.

—¡Y soy buenísima en eso! —exclamó orgullosa Ivanna y olvidándose completamente de su enojo.

—Lo dudo, las personas que alardean usualmente no son buenas en lo que alardean —habló el ojeroso.

—Bueno, eso en su mayoría es cierto —asintió de acuerdo Ivana— ¡Pero ese es mi libro super mega dedicado y especial!

—Si fuera tan especial, no lo traerías aquí —le respondió Law—. Menos aun sabiendo que tipo de ambiente hay aquí y como son las personas.

—¡Es que no puedo dejarlo en casa! ¡¿Cómo podría resistirme a dibujar a mi alma gemela?! —lloró la chica dramáticamente apoyándose en el escritorio del azabache el cual soltó una pequeña risita burlona mirando a la mujer.

—Mmm... veo que eres muy aficionada de tu alma gemela. Eres triste, la mayoría de las personas no conocen a sus almas gemelas de por vida y que tú sepas quien es no significa que tu alma gemela te vaya a reconocer —habló con franqueza.

—Lo sé, solo que es mi musa artística y quiero saber el misterio de su rostro, solo eso —habló honestamente la chica—. Si mi alma gemela me quiere o no, será cosa de ella, si me enamoro o no será cosa del destino —se encogió de hombros.

—Eres extraña, normalmente si le digo lo que pienso a alguien tendría ganas de golpearme por destrozar sus sueños y esperanzas basados en una creencia ridícula y sin fundamentos —habló Law mirándola con curiosidad.

—Vamos, solo soy racional —habló Ivania mirando su croquera y acariciándola con suavidad—. No hay muchas personas que vean a su alma gemela, ni que las conozcan y el hecho de que seamos almas gemelas no significa que debamos amarnos apenas veamos nuestros ojos o algo cursi por el estilo, hay almas gemelas que se vuelven los mejores amigos, pero no hay romance, personas que son inseparables como hermanos o como padre e hija o madre e hijo. Lo que busco no es una relación, sino saciar mi curiosidad por su rostro, su pasado, sus aventuras y luego ver a que me lleva el destino.

—Eres la primera mujer que no está obsesionada con la idea de su amor destinado —habló interesado Law.

—¿Bromeas? ¡Soy la persona que está más obsesionada con su alma gemela! —exclamó indignada Ivana— Solo que respeto a quien sea que sea, por lo tanto, aceptaré sus decisiones incluso si eso significa que no quiera estar conmigo.

—No te veo muy obsesionada con la idea de casarte y tener hijos —habló directamente el hombre.

—Duh, es obvio que por ahora solo quiero disfrutar de toda mi vida para luego encerrarme en el matrimonio, aparte... no sé, siempre que lo veo es como si mi estómago se sintiera raro y se me encogiera el corazón, creo que mi alma gemela me hizo sufrir mucho en mi vida pasada.

—Tal vez perdiste un hijo —teorizó Law.

—¡Que cruel! Pero es probable, porque cuando me despierto después de un recuerdo muy largo con mi alma gemela y veo mi estómago, se siente tan vacío y delgado, tal vez por eso como como cerda.

—Ciertamente comes como cerda.

—¡Oye!

—No soy quién para negar lo que has afirmado —se burló el azabache ante la mirada indignada de la chica.

—Eres un asco que amigo, amigo —se quejó indignada.

—Supéralo. Si no me toleras, te invito a irte.

—Eres un caso, ojeroso gruñón —suspiró con cansancio Ivana como si viera a un caso perdido—. Por cierto, ¿Intercambiamos números? Ya te considero mi amigo.

—¿No somos aun extraños?

—Te paso la tarea de lenguaje, historia y matemática.

—Dale.