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No. Puede. Ser.
¿Porque?
¿Que clase de castigo era este?
¿Fue por burlarse de los jugadores novatos de ese RPG de la noche anterior? ¿Fue por eso?
Sentía como las miradas le picaban en la nuca, el traje de gala que se puso le incomodaba y le hacía sentir patético, por no hablar del pequeño moño en el cuello de su camisa y el lazo que ataba sus flamas en un pobre intento de mantenerlas a raya.
Nacer en una familia tan burgués y molesta como la suya lo llevaba a hacer estas incómodas, nada agradables apariciones en público. Él podía muy bien gastar su preciado tiempo en mejoras para su procesador o en leer el nuevo capítulo del webtoon que salió.
Pero no. Tenía que estar en la presentación en sociedad de otra joven burgués como él.
Resopló levantando su flequillo arrecostandose en la pared para después beber lo que parecía vino blanco pero era un jugo de pera bien disimulado. Nada ni nadie lo haría beber ese veneno que lo hizo bailar en la mesa la última vez.
Revisa su reloj. 11:50p.m.
Faltaban 10 minutos para que la chica entrara, le diera unas muy cortas y desesperadas felicitaciones para volver corriendo a su zona de confort con un pequeño robot que de seguro lo regañaria un rato por su falta de socialización pero le daría una cordial bienvenida.
Ahhh. Cuanto deseaba irse de allí.
De pronto las luces se centran en una pareja de adultos de mediana edad vestidos de color dorado y blanco con muchas perlas y hojas de oro. Muchos aplauden y la dama de alta alcurnia comienza a hablar.
-Es un placer para nosotros recibirlos en esta velada para nuestra hija, agradezco...- Idia giró los ojos al escuchar el discurso y se resignó a ignorarlo para beber más del dichoso jugo del cual sentía que se estaba acabando muy rápido.
¿Era necesaria tanta fanfarria? No se ha graduado. Tampoco gano un concurso. Ni siquiera cumple años. Es solo presentarla ante un montón de desconocidos de alta posición que solo desean criticarla. ¿No podían adelantar las cosas para que todos fueran felices?
Se tomaron muchas molestias para esto. Todo era árboles dorados y muebles blancos cual nieve, el salón iluminado por las luces de estrellas y velas. El piso era de un mármol pulido y pilares de marfil. La decoración estaba basada en ese esquema.
Todo le pareció tan falso.
Tan ordinario.
Siempre era lo mismo con estos aristócratas. Les parecía fascinante todo lo que brillara y tuviera varios ceros a la derecha de un gran número en la etiqueta del precio.
