Yo te voy a levantar siempre

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Caí de rodillas, el dolor iba en aumento con cada golpe que recibía.

Apenas llevaba dos semanas en esta nueva escuela y ya me tenían como la burla del colegio. Cuando mi papá y yo nos mudamos aquí creí que podría empezar desde cero y dejar atrás ese tormento que me había acompañando toda mi vida.

Al parecer no fue así.

Tocó la campana, lo que significaba que el descanso había terminado y era hora de volver a clases, Mario y sus amigos dejaron de golpear no sin antes insultarme, cómo ya habían agarrado de costumbre rápidamente.

Me fui a los baños, realmente está vez me habían hecho más daño que antes, me dolía todo tanto por fuera como por dentro, me sentía mal, usada, inútil y cobarde.

De pronto siento como abren la puerta, jure que le había puesto seguro, entró una chica alta, cabello castaño, ojos avellana y facciones perfectas, era hermosa.

En cuanto me vio tirada en el piso abrazando mis piernas fue a mi, se sentó a mi lado y posó sus brazos al rededor de mi cuerpo, no dijo nada, cosa que agradecí, no tenía ganas de dar explicaciones. Después de al menos 15 minutos ella habló.

-Mira, no se quien seas, no se tu nombre, no se quien te lastimó ni porque, pero lo que sí se es que esos hermosos ojos no merecen derramar ni una sola lágrima que no sea por felicidad, se que la vida muchas veces no es fácil y pareciera que nos odia, pero siempre hay que levantarse, sacudirse el polvo y seguir, y siempre va a haber alguien que nos ayude a levantarnos.

-Gracias, pero no se si me pueda levantar de esto y menos ahora que no tengo a nadie que me ayude a hacerlo.

-Entonces yo lo haré.

-¿Porqué querrías hacerlo?

-Por que yo también he pasado momentos difíciles y quien me a ayudado es gente que menos espere, por eso siempre trato de ayudar a que la gente se levante, a veces la ayuda de un extraño resulta ser muy útil.

No dijimos nada más, nos dirigimos a nuestras clases, no la volví a ver en todo el día, lo único que supe de ella es su nombre, Daniela.

Al día siguiente no la vi en toda la mañana, a la hora del descanso intente escapar de Mario, cosa que me fue imposible gracias a que todo el mundo siempre lo ayudaba a que no me escapara.

Cuando recibí el quinto golpe escuche una voz que hizo que el mundo se paralizará, literalmente.

Mario dejo de golpearme, la gente que estaba de espectadores se quedaron callados, incluso yo dejé de quejarme y pedir que me soltara.

-Mario, creo que ya habíamos quedado en algo, ¿No?

-Si, lo se, pero ella de verdad se lo merecía.

-¿Y según tu porqué se merece que la golpes?

-Por que es una rara.

-Yo no le veo lo rara, yo sólo veo una chica que se mudó aquí y fue víctima de tu estúpido ser.

-Pero ell...

-Pero nada, no quiero enterarme de que vuelves a agredirla a ella o a cualquier persona, ¿Entendido?

-....

-Pregunte algo Mario, ¿Entendido?

-Si.

-Bien, ahora tu y todo el mundo, largo.

Todo el mundo se fue, sólo quedamos ella y yo, se acercó lentamente a mi, extendió su mano y yo la tome, me levanto y aún no soltaba mi mano.

-Gracias Dani.

-No hay porque darlas, se que te conozco poco pero si me lo permites, yo voy a levantarte siempre.

No le contesté nada, solamente la abrace, en ese abrazo expresaba mi gratitud hacia ella, mis ganas de que entrará en mi vida y yo en la suya, mis ganas de que ella me levanté y yo a ella.

One shots cachéWhere stories live. Discover now